Al menos nueve civiles murieron, incluidos tres niños, cuando proyectiles del gobierno sirio golpearon dos pueblos en el último bastión rebelde en el noroeste de Siria, según dijeron rescatistas y un grupo que monitorea la guerra.
Misiles guiados impactaron en Ibleen, un pueblo en el sur de Idlib, y mataron a una mujer, a su hija y a un niño, además de herir a otras cuatro personas, según el grupo Defensa Civil Siria, conocido como Cascos Blancos y que opera en zonas opositoras. Todos pertenecían a la misma familia, según el grupo.
En el este de Idlib murieron al menos seis personas, incluido un menor, por el impacto de varios cohetes en la zona de una cantera cerca de Foa, según el Observatorio Sirio para los Derechos Humanos, con sede en Gran Bretaña. Los fallecidos eran canteros, según el Observatorio. Los Cascos Azules reportaron seis muertos en el lugar, incluidos dos niños.
En un primer momento no fue posible aclarar la discrepancia de cifras en la zona, donde hay declarado un cese el fuego.
Pese a la tregua acordada en marzo de 2020, el último enclave rebelde ha registrado en las últimas semanas un aumento de la violencia entre fuerzas del gobierno y sus aliados y los insurgentes en los límites del territorio. Cuatro millones de personas viven allí.
La tregua fue negociada por Turquía, que respalda a la oposición siria, y Rusia, el principal valedor del gobierno sirio. En ese momento detuvo una demoledora campaña aérea y terrestre del gobierno respaldada por Rusia, que pretendía retomar la región.
UNICEF verificó el año pasado la muerte de 512 niños en Siria, la mayoría en el noroeste del país, donde hay 1,7 millones de niños vulnerables. Muchos de ellos se han desplazado varias veces para huir de la violencia.