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El Electric Daisy Carnival da terapia de beats en nueve escenarios en la CDMX

Ciudad de México

El Electric Daisy Carnival en inglés, o Carnaval de Margaritas Eléctricas, en su traducción literal al español, conocido mundialmente como EDC, alumbró con sus ritmos, como tecno, house, dance, hardcore o trance, su regreso ayer en el Autódromo Hermanos Rodríguez.

Luego de no haberse celebrado el año pasado, debido a la pandemia, el rave masivo, que convoca a varios de los DJs mejor clasificados del mundo, se reconectó con los mexicanos hasta aglutinar a más de 90 mil personas, cifra según OCESA, en la primera de sus tres jornadas.

Tornamesistas como Markus Schulz, Vini Vici, Groove Amigos, Kat Dealerz, Crystal Mesa, John Summit, Good Times Ahead, Habstrakt, Wuki, Nora En Pure y Your Inner Growth levantaron el ánimo de la concurrencia durante la tarde y el anochecer, mientras que los estelares, como Afrojack, Deorro, DJ Snake, Lil Texas, Jamis, Deadmau5 y Carl Cox, mezclarían sus sets a la medianoche o entrada la madrugada.

MÚSICA Y NEON

Cuando el cielo se oscureció, toda la ornamentación de la reunión musical, anuncios luminosos, estatuas neón, juegos mecánicos con motivos eléctricos y un sinfín de artilugios hicieron que brillara todo el recinto, además, gracias a las margaritas multicolor por doquier, guías y señalética en naranja o verde fosforescentes.

Y entre los nueve escenarios repartidos en todo el foro, el kineticFIELD, principal, desplegó su monumental búho, emblema del EDC, representativo de los seres que viven de noche y funcionan mejor sin luz diurna. Los asistentes no pararon de tomarle imágenes a su cabeza giratoria, que se movía de un lado al otro, y a sus ojos superbrillantes e hipnóticos.

La concurrencia, en su gran mayoría jóvenes, protagonizó un desfile de atuendos ligeros: con máscaras de luchadores, con orejas de conejita de Playboy, con capas y banderas arcoíris, con series navideñas como vestidos, con alas en la espalda o con piñatas pegadas a un palo como indicador de guía para su tribu.

Cerca del carrusel o de las dos ruedas de la fortuna, saltimbanquis danzaron en zancos para deleitar a los presentes con sus saludos e instrumentos como tambores o trompetas. 

Fue un maratón festivo para bailar, donde poco importaba el nombre de quien tocara, pues la gente se reunió para moverse al compás de la electrónica luego de casi dos años confinada. Unos fans compartieron churros de mota, otros más cerveza, y unos más, postres, tacos o tortas. Todos en bola.

Así como están de moda en la Ciudad las frases luminosas en las paredes de distintos negocios, en el EDC se hizo lo propio en locales como su barbería o salón de maquillaje, en las tiendas de souvenirs o en los puestos de comida.

Los DJs se dedicaron a inyectar beats. Se limitaron, casi todos, a saludar e impulsar a los fans a que se contonearan, muchos de ellos cantando en cuanto reconocían las piezas mezcladas.