La metamorfosis que vivió César Bono a raíz de un accidente cardiovascular, que le restó cerca del 70 por ciento de movilidad, hoy es el aliciente que no lo deja caer y lo anima a continuar con su actividad artística habitual.
“Soy un chaparrito de 1.70 que le ganaba a los de dos metros en tenis, no era atleta consumado, pero sí fui deportista. Pasé de hacer todo por mí mismo a requerir ayuda en algunas cosas. He usado el bastón y no me gusta, me cuesta mucho vestirme, bañarme, ponerte un par de zapatos; tengo un 30 por ciento de movilidad, pero sigo siendo valiente”, expresó Bono.
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Comediante, actor de carácter, o primer actor, según los créditos de los proyectos en los que participa, el histrión de 70 años exhibirá en streaming el monólogo Defendiendo al Cavernícola este sábado a las 20:30 horas por Ticketmaster Live.
Al mencionar el unipersonal de Rob Becker, que produce Mejor Teatro, se regodea del éxito que lo ha cobijado.
“Morris Gilbert (el productor) me dijo que ésta, y Mentiras, El Musical, han sido las más exitosas en plataforma. Yo ni sabía qué era eso y doy gracias a Dios que hay gente que se conecta. es un monólogo que trasciende idiomas y nos pone el dedo en la llaga, nos cuestiona”.
SU VIDA
“He cambiado de esposa, tengo cuatro hijos y no vivo con ellos porque cada uno tiene su vida, a mis nietos los veo cuando están disponibles, ¿entonces qué me queda? Trabajar. Yo prefiero el trabajo y mis compañeros que los hospitales y las enfermeras”, afirmó con esa voz tan ronca y aguardentera que ha sido su sello distintivo de toda la vida.
Bono no pudo evitar mencionar el éxito de Vecinos y de haber reafirmado, en su convalecencia, su incondicional lazo amistoso con figuras como Benito Castro, Francisco Céspedes, Héctor Bonilla e Ignacio López Tarso.
“Yo me imaginé el panorama más devastador luego de mis infartos y no fue así. Me llamaron para Vecinos y está en primer lugar de rating y, aunque no puedo decir mucho, acabo de confirmar que voy a una serie internacional para streaming”.
César Bono, concluyó diciendo:
“Tengo dolores, pero no me achicopalo. A lo único que nunca me he de acostumbrar es a dejar de trabajar. Después de lo que pasó pensé que no me llamarían nuevamente, y no fue así”.