SANTIAGO, CHILE.— La vida de Cristián y Rodrigo cambió 180 grados el día en que Miguel, de cuatro años; Felipe, de seis; y Yanay, de siete, entraron por su puerta y se convirtieron en sus hijos. Lograrlo no fue sencillo, pues para ello esta pareja de chilenos tuvo que deshacer su acuerdo de Unión Civil y uno de ellos adoptarlos como soltero.
Ahora las cosas podrían cambiar, pues el miércoles el Senado de Chile aprobó el primer trámite para que el matrimonio igualitario sea una realidad en el país. La iniciativa aprobada con 28 votos a favor y 14 en contra deberá pasar por la Cámara de Diputados y, posteriormente, a un posible tercer trámite parlamentario antes de ser promulgada y potencialmente convertirse en ley.
El presidente Sebastián Piñera anunció sorpresivamente en su última cuenta pública que le pondría suma urgencia y reavivó un proyecto ingresado al Congreso por el gobierno de Michelle Bachelet en 2017 y que suscita controversias para una parte de la sociedad y la política chilena, contraria al proyecto.
“No es un tema valórico sino de igualdad de derechos”, explica a The Associated Press Cristián Escalona, padre legal de los niños. “Es un tema de discriminación. Nuestros hijos y nosotros somos considerados por el Estado chileno como de segunda categoría”, afirma. “Mis hijos no tienen los mismos derechos que cualquier otro niño y eso no puede pasar”.
Con la adopción de los niños, la vida de Cristián y Rodrigo González, que llevan más de 18 años de relación, se transformó por completo. “Fue como un tsunami”, dicen.
El mueble bar y el espacio de recibir a amistades se transformó en el lugar donde se acumulan los juguetes de los tres hermanos, procedentes de un centro del Servicio Nacional de Menores (SENAME) en Chile, una institución muy cuestionada por la violencia que, a menudo, sufren los menores en sus instalaciones y los reportes de muertes anuales de niños y adolescentes en sus sedes. Los closets donde antes estaban sus ropas ahora se repartieron en una habitación con tres camas nido. Los elementos de protección y contención empezaron a formar parte de la casa.
El Estado chileno permite adoptar primero a parejas heterosexuales chilenas, después a parejas heterosexuales extranjeras y en tercer lugar a solteros, divorciados o viudos.
“Como estábamos en el tercer orden de prelación, estaba el temor permanente de que no íbamos a poder lograrlo”, recuerda Rodrigo. ”Éramos los últimos de la lista”.
Las leyes los obligaron a deshacer su acuerdo de Unión Civil y ambos decidieron que Cristián, por sus beneficios como funcionario público, fuera el padre legal de los niños. La aprobación del matrimonio igualitario es para ellos una decisión importante, porque eventualmente podría equiparar el derecho de sus hijos.
“¿Por qué hay niños en este país que no tienen los mismos derechos?. Eso no sólo es injusto, sino que los deja en una posición vulnerable. Si yo muero, los niños no heredan absolutamente nada porque yo no tengo ninguna relación legal con ellos”, señala Rodrigo. Desde el punto de vista práctico “no tengo ningún derecho. Si los llevo a la clínica, no me los reciben o si están hospitalizados graves no puedo entrar, necesito la autorización de Cristián”.
“Nosotros no somos ni la primera ni la última familia que ha adoptado”, añade. Sólo en la Región Metropolitana hay 45 familias en su misma situación desde el 2017, asegura. El paso dado por el Senado chileno es simbólico para ellos. “Necesito que la sociedad en su conjunto reconozca familias como la nuestra, que somos legítimas”.