Se abre camino

Narra Miranda Salman la lucha sin cuartel a la que se enfrentó para poder llegar a jugar en Liga Mayor de mujeres

Ciudad de México

Los principales rivales al que atletas transgénero enfrentan se llaman: injusticia y discriminación.

“Recuerdo que llegaba a los estadios a jugar y me gritaban cosas homofóbicas y te desconcentras. No competía con la misma tranquilidad que mis compañeras. Es muy injusto”, recordó en entrevista la atleta transgénero Miranda Salman.

En 2015 el Comité Olímpico Internacional (COI) determinó que atletas transexuales podrán participar en cualquier competencia sin tener que someterse a una cirugía para cambiar de sexo, siempre y cuando los hombres que deseen competir como mujeres tengan niveles de testosterona menores a 10 nanogramos por litro de sangre, esta normativa ayudó para que Miranda jugara futbol femenil en México.

“El dictamen que tengo le ha servido a muchos atletas. No llevamos una ventaja en sí... yo juego con mujeres que son más grandes y fuertes que yo, pueden llegar a tener niveles de testosterona más altos de manera natural”, explicó Miranda, quien juega con el equipo de Quintana Roo en la Liga Mayor Femenil.

Ahora, 6 años después de haber entrado en vigor dicha normativa, la halterista neozelandesa Laurel Hubbard se convirtió en la primera atleta transgénero elegida para competir en unos Juegos Olímpicos, donde a sus 43 años debutará en Tokio 2020.

“La presión y el nervio, lo que va alrededor de ella lleva una desventaja, ojalá esté preparada mental y emocionalmente. El único punto que puedes llevar una ventaja es en tu actitud y preparación, estamos más enfocadas por la presión cultural y deportiva”, comentó Salman, fundadora de Didisex, organización civil que promueve el deporte de diversidad sexual y los derechos humanos de la comunidad LGBTI.