Washington, DC.
Kamala Harris está por romper el techo de cristal que desde la fundación de Estados Unidos como nación ha apartado a las mujeres de la Casa Blanca.
Harris es la mayor de dos hijas del matrimonio entre Donald Harris, nacido en Jamaica, y de Shyamala Gopalan, de la India. La primera parte de su infancia, según recuerda en sus memorias, fue "feliz y despreocupada".
Pero todo cambió a sus cinco años, cuando sus padres se separaron. Las dos hermanas se quedaron con su madre en Oakland, California, donde aprendieron la historia de la lucha por los derechos de los negros. En las visitas a su padre en Palo Alto, los fines de semana, Harris asegura que a los demás niños no los dejaban jugar con ellas porque eran de color.
Esas experiencias impulsaron una larga lucha que dio sus primeros pasos en el activismo vecinal y llegó hasta el establishment demócrata. Se licenció en Economía y Ciencias Políticas en Washington D.C., y de vuelta en California, obtuvo su doctorado en Derecho, en 1989.
Fue en 2004, cuando se convirtió en la primera Fiscala de distrito negra en San Francisco, y en 2010, fue elegida procuradora general de California, la primera mujer y primera persona negra en ocupar el cargo.
Bajo ese último cargo, casi nunca procesó a oficiales de la Policía que hubieran asesinado a civiles y se negó a permitir pruebas avanzadas de ADN que pudieron exonerar a Kevin Cooper, un hombre negro acusado de homicidio y sentenciado a muerte, lo que le ha valido numerosas críticas.
En 2016, logró cómodamente un escaño para el Senado, y prometió defender a los migrantes de las políticas de quien en esas mismas elecciones obtuvo la llave a la Casa Blanca.
Casi tres años después, anunció su carrera para la candidatura presidencial demócrata. Aunque fue una de las tres aspirantes con más apoyos, se retiró de la contienda tras quedarse sin fondos, sin saber que regresaría a ella meses después cuando Joe Biden le ofreció ser su compañera de fórmula, seguro de que incluir a una mujer, y de color, enviaría un mensaje de inclusión.
A lo largo de su carrera, Harris ha tirado los muros que se imponen a minorías y mujeres en la política estadounidense. Ahora, está por derribar el que "rodea" a la residencia número 1600 de la Avenida Pensilvania.