La Ópera de Bellas Artes (OBA) tocó fondo, dicen los críticos especializados, cuando en junio pasado se presentó La Traviata, producida con retazos de otros montajes.
Renuncia a Ópera de Bellas Artes
La Ópera de Bellas Artes (OBA) tocó fondo, dicen los críticos especializados, cuando en junio pasado se presentó La Traviata, producida con retazos de otros montajes.
En la noche de estreno el abucheo que se escuchó en el Palacio de Bellas Artes puso en evidencia que los recortes presupuestales habían impactado a la institución que dirigía Ramón Vargas. Sin embargo, Vargas arrastraba, desde el inicio de su gestión, problemas como una programación improvisada, como galas de última hora, la cancelación de producciones como Billy Budd, las críticas constantes por su dirección a distancia, por los costos de transportación que implicaba su presencia, por la invitación a cantantes cercanos a él, por autoprogramarse, por los conflictos que tenía con los grupos artísticos, especialmente con el Coro del Teatro de Bellas Artes; por los cambios de sus colaboradores; por “el error humano” que se cometió en el Portal de Transparencia en donde se mal informaba que su salario era millonario.