CIUDAD DE MÉXICO.- El martes 15 de junio AMLO declaró que próximamente presentará al Congreso de la Unión tres iniciativas de reformas a la Constitución Política. Ellas están relacionadas con la Guardia Nacional, el papel del Estado en materia de energía eléctrica y la integración de los entes que intervienen en las elecciones: el INE y el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación. Días después hizo un predestape.
Alguien atribuirá las declaraciones y el predestape a la permanente diarrea de palabras que AMLO sufre. Pudiera ser cierto. Otros supondrán que a través de las reformas intentará consolidar su proyecto de nación, con vistas a impedir que el próximo gobierno de la República, sin importar el partido o coalición, incluyendo a su Morena, pueda alterar el estado de cosas que le herede.
Quienes así lo piensen pudieran tener razón. Aquí se apunta una tercera alternativa. Vista la integración actual del Congreso de la Unión que, de una u otra manera está controlado por Morena por sí y con la complicidad de sus satélites, con sus asegunes, ahora sería factible que prosperaran las tres iniciativas. Hay una dificultad: las cámaras que lo integran, por mandamiento constitucional, se hallan en receso y, cuando menos por lo que toca a la de Diputados, la mayoría de sus miembros están a punto de dejar de ser legisladores.
Dada la composición de la Comisión Permanente, que está controlada por legisladores de oposición, se antoja imposible un periodo extraordinario de sesiones del Congreso de la Unión para conocer de las iniciativas.
De cumplir AMLO su amenaza –que presente las tres iniciativas de reforma–, lo más factible es que quienes conozcan de ellas sean los miembros de la legislatura que resultó electa el 6 de junio pasado. En ésta, como todos lo sabemos, AMLO y sus morenos no alcanzarán el número de votos de los diputados (las dos terceras partes de los legisladores presentes en esa Cámara), que son los necesarios para aprobar las iniciativas. Morena no alcanzaría ese número de votos ni aun contando con el apoyo de los diputados del llamado Verde Ecologista.
Los verdes están espantados por la “ventaneada” de que han sido víctima algunos de sus líderes. Con tal de que sus amos le “bajen”, están dispuestos a aprobar cuantos absurdos les presenten.
AMLO sabe que sus tres iniciativas son peligrosas, absurdas, inoportunas e impolíticas.
La Guardia Nacional. Respecto de este tema, como dice el dicho: “AMLO ni la burla perdona”. Esta institución no puede estar más dependiente de la Secretaría de la Defensa Nacional. No goza de autonomía técnica ni operativa. Sus mandos superiores son miembros del Ejército y a éste le rinden cuenta. No lo estará más con la reforma.
Energía eléctrica. El papel del Estado en esta materia es determinante y casi excluyente de la acción de los particulares. La reforma sería, por qué no reconocerlo, superflua.
INE y Tribunal Electoral. Todo lo anterior son bolas de humo. Si algo le interesa a AMLO es tener el control del Instituto Nacional Electoral y del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación. Si tuviera que optar entre una de las tres, ésta sería la única que escogería. Se muere por someter a ambos con vistas a la elección de 2024 con el propósito de no perder el poder y tener que entregarlo al candidato de los conservadores, clasemedieros, aspiracionistas e inconformes. Con esta iniciativa intenta controlar a los entes que organizan y califican las elecciones.
Esta sería la única reforma que la oposición no le concedería y una parte considerable de la ciudadanía, la que piensa, no estaría dispuesta a aceptar.
A pesar de que no lo reconozca y haya anticipado el destape de quien supuestamente será su sucesora, por virtud del accidente –trágico y lamentable, por cierto– del Metro ocurrido el 3 de mayo y del resultado de las elecciones pasadas en la Ciudad de México, se le cayó la “gallina” que tenía para sucederlo y dar continuidad a su 4T. No levantó. En un debate la desplumarían fácilmente. Ni modo, se va a tener que conformar con retirarse a su finca la innombrable, a escribir su anunciado libro sobre el pensamiento conservador y a esperar el resultado de la encuesta que su sucesor (sea quien sea) organice, con el fin de que la ciudadanía determine si se ha de juzgar o no a su persona, a su administración y los hechos de su gestión.
AMLO no se hace a la idea de aceptar como candidato de Morena a un zacatecano. Sabe que no le perdonaría los desprecios y malas caras que le ha hecho. A querer o no, va a tener que aceptar a Marcelo. Llegado el momento, es factible que ambos se vayan por la libre y no esperen su bendición.
Si esto es así, entonces ¿por qué hace el anuncio de las reformas? ¿Por qué, en su momento, las presentará? ¿Por qué del destape prematuro? Encuentro explicaciones que, por ser simples, pudieran ser acertadas: no soltar el micrófono, impedir que la gente ponga atención en otros temas, que son muy preocupantes, o tenga oídos a los que, con toda razón, censuran sus desaciertos, reprueban sus desplantes o presentan una alternativa más viable para el futuro.
Dados sus aparentes dislates, sus fingidas salidas en falso, las largas pausas entre una palabra y otra, la ciudadanía tiene sus ojos y oídos sobre su persona y respecto de lo que dice. La tiene distraída y ocupada para que, como dice Maquiavelo: “No piense en innovar” (De principatibus, XXII).
El destape “espontáneo” que tuvo lugar en el Auditorio Nacional no es para “medirle el agua a los tamales”. Es un distractor. AMLO va a ejercer el poder plenamente hasta el 30 de septiembre de 2024. Está encaminado a buscar que la ciudadanía deje de pensar en la subida de los precios, el resurgimiento de la pandemia por su política sanitaria errática, el elevado número de muertos atribuibles a la criminalidad, el control que la delincuencia tiene de gran parte del territorio nacional y la falta de buenas noticias.
No sé si en el fondo de su corazoncito AMLO desea sinceramente que se apruebe la tercera de sus propuestas. No es ingenuo. Sabe que no pasará el filtro de la Cámara de Diputados y que su gallina “está muy ojona, pa’ paloma”. Nada pierde con intentarlo. Es “como pedirle a Dios”. Al parecer AMLO y su 4T no dieron para más. Se vale sobarse.