La industria automotriz en México no sólo pierde velocidad, está dejando de ser el motor de la economía nacional en tres carriles: producción, ventas en el mercado interno y exportaciones.
La razón del freno tiene causas externas, pero también internas por políticas que impulsa el presidente Andrés Manuel López Obrador.
Entre las causas externas se encuentra la escasez mundial de piezas conocidas como semiconductores, que son componentes electrónicos diminutos que hacen posibles las diversas funciones de los vehículos.
Esta crisis de chips causó que México dejara de producir 600 mil unidades en 2021, y a escala mundial se dejaron de fabricar 10 millones de autos, cifras conseguidas sin mayor problema antes de la pandemia.
Sin embargo, la puntilla contra la industria automotriz nacional tiene su origen en lo interno, en las políticas impulsadas por el gobierno de la autoproclamada Cuarta Transformación: la reforma para la industria eléctrica y el decreto para legalizar los vehículos provenientes ilegalmente de Estados Unidos.
Además, las proyecciones a la baja para el crecimiento de la economía nacional, combinadas con una inflación no menor de 7% anual, convierten a México en un mercado poco atractivo para la venta de vehículos nuevos.
Guillermo Rosales Zárate, presidente ejecutivo de la Asociación Mexicana de Distribuidores de Automotores (AMDA), advierte sobre el bache en el cual se encuentra la industria automotriz nacional: “El complicado panorama de 2021 persiste en el comienzo de 2022. El año empezó con un enero en el que hubo caídas en venta doméstica, producción y exportación.
“La perspectiva es que, al menos en lo que toca el mercado interno, será un año en números muy similares a los de 2021; vamos perdiendo punch como para recuperar los niveles prepandemia”, dice en entrevista con Proceso.