Presiona Turquía por periodista saudí
El Gobierno turco aumentó este lunes la presión sobre Arabia Saudí para aclarar el paradero del periodista saudí Jamal Khashoggi, desaparecido el martes tras visitar el consulado de dicho país en Estambul, y llegó incluso a pedir permiso para registrar la legación diplomática.
Hacer un seguimiento del caso es nuestro deber, tanto político como humano. No lo podemos dejar pasar, declaró el Presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan.
¿Cómo se puede demostrar que una persona que entró ha vuelto a salir o no? Hay cámaras. Ustedes deberían demostrarlo, exhortó el Mandatario truco a las autoridades de Arabia Saudí.
Desde Budapest, donde se encuentra de visita oficial, Erdogan aseguró que las autoridades del consulado no se pueden salvar simplemente diciendo que salió de sus instalaciones.
Si ha salido, ustedes deben demostrarlo mediante imágenes, insistió.
Ni Erdogan ni el resto de las autoridades turcas se han pronunciado sobre la posibilidad de que Khashoggi haya sido asesinado, tal y como han denunciado amigos y compañeros de profesión del periodista, crítico con el régimen saudí.
El Ministerio turco de Exteriores convocó este domingo por segunda vez en cuatro días al embajador saudí para transmitirle la petición formal de efectuar el registro y le indicó que esperaba plena cooperación, señaló el diario Hürriyet.
El portavoz de la Presidencia turca, Ibrahim Kalin, confirmó el miércoles pasado que Khashoggi no había salido del consulado, la única certeza en un caso rodeado por especulaciones.
Khashoggi se hallaba en Estambul para encontrarse con su novia turca, Hatice Cengiz, y ya había acudido previamente al consulado para recoger documentos necesarios para su próxima boda.
El martes 2 de octubre volvió a entrar en la legación, mientras Cengiz lo esperaba fuera, después de lo cual no se han vuelto a tener noticias de él desde entonces.
Sin embargo, el consulado aseguró en un comunicado en la red social Twitter que salió del recinto tras el trámite.
Un amigo del reportero, el periodista turco Turan Kislakçi, aseguró este domingo saber con certeza que agentes saudíes asesinaron a Khashoggi en el interior del recinto.
Kislakçi, dirigente de la asociación de prensa turco-árabe, aseveró este lunes al diario turco Hürriyet que el cadáver de Khashoggi fue despedazado y sacado del consulado en maletas.
La agencia turca Anadolu informó días antes que la Policía investigaba la pista de un equipo de 15 ciudadanos saudíes que llegaron en dos vuelos a Estambul, se hallaron en el consulado al mismo tiempo que el periodista y poco después regresaron a su país con varias maletas.
Sözcü subraya que pocas horas después de entrar Khashoggi en el consulado, seis vehículos salieron del recinto y que una furgoneta del convoy tenía los cristales tintados, por lo que las cámaras no muestran quién estaba en su interior.
El consulado saudí de Estambul rechazó este domingo tajantemente en otro mensaje en Twitter la acusación infundada de un supuesto asesinato.
Pero los amigos y colegas de profesión de Khashoggi llevan días realizando vigilias ante el consulado y este lunes protestaron nuevamente con pancartas que pedían la liberación del reportero.
Entre los manifestantes se hallaba la activista yemení Tawakul Karman, premio Nobel de la Paz en 2001, que acusó a Riad de emplear terrorismo de Estado.
Están intentando infundir miedo a la gente en otros países. Deberíamos decirles que son terroristas. No hay diferencia entre el terrorismo de Estado y otros terrorismos, clamó Karman.
Jamal Khashoggi alcanzó fama como reportero en los años 80 y 90 del siglo pasado, cuando cubría la guerra en Afganistán y entrevistó repetidamente al fundador de Al Qaeda, Osaman bin Laden.
Más tarde, el periodista estuvo cerca de las esferas del poder de Arabia Saudí y de 2003 a 2006 trabajó como asesor del príncipe Turki bin Faisal, ex jefe de los servicios secretos saudíes.
Khashoggi se distanció de la monarquía saudí el año pasado, después del nombramiento del actual príncipe heredero, Mohamed bin Salmán, y se exilió en Estados Unidos, donde empezó a escribir para el diario Washington Post columnas críticas con la monarquía del país árabe.