BEIJING
Para una China decidida a mantener alejado el virus que surgió por primera vez dentro de sus fronteras, traer a más de 15.000 personas de todos los rincones del mundo para los Juegos Olímpicos de Invierno fue una apuesta seria, pero parece estar funcionando.
Una semana después del inicio del evento, que durará 17 días, China parece estar afrontando bien su formidable desafío olímpico libre de COVID-19 con una llamada “burbuja” que permite a los participantes de los Juegos de Beijing saltarse la cuarentena, pero restringiendo estrictamente su movimiento para que no entren en contacto con la población en general. Ha habido 490 casos confirmados, muchos de ellos con pruebas positivas entre los visitantes asintomáticos, y hasta la fecha no hay informes de fisuras en la burbuja sanitaria.
Dentro de la burbuja, los organizadores olímpicos están empleando una versión del enfoque de tolerancia cero del gobierno. Todos se someten a pruebas diarias para detección del virus, y cualquiera que dé positivo se aísla rápidamente para evitar cualquier propagación. Los atletas y otras personas deben usar mascarillas faciales N95 cuando no estén compitiendo.
“Posiblemente, lo más arriesgado que han hecho hasta ahora es organizar los Juegos, y si pueden superar eso, entonces pueden continuar utilizando esta estrategia para mantener bajo control los brotes localizados durante mucho tiempo”, comentó Karen Grépin, una experta en salud pública de la Universidad de Hong Kong.
China tiene restricciones estrictas sobre quién puede ingresar a China y requiere que quienes lo hagan se pongan en cuarentena en hoteles designados durante dos o tres semanas. Está reaccionando incluso a los brotes más pequeños con el confinamiento de edificios y vecindarios completos, seguido de pruebas masivas de todos los residentes para erradicar y aislar los casos positivos.
La estrategia no está exenta de costos. En el período previo a los Juegos Olímpicos, China amplió sus bloqueos a ciudades enteras de más de 10 millones de personas para acabar con los brotes, lo que obligó a cerrar fábricas y tiendas no esenciales y restringió a las personas a encerrarse en sus complejos residenciales.
Una zona del suroeste del país que limita con Vietnam y donde habitan unos 4 millones de personas fue aislada esta semana debido a un brote que ha infectado a unas 180 personas. En Beijing, dos barrios residenciales permanecen cerrados debido a un puñado de casos hace dos semanas.
El “circuito cerrado”, como se llama oficialmente a la burbuja de los Juegos Olímpicos, ha creado dos mundos separados. Los atletas y otros participantes no pueden visitar los sitios turísticos o los restaurantes y bares de Beijing en su tiempo libre. Sus únicos atisbos de la ciudad son desde las ventanas de los autobuses que los transportan desde sus alojamientos hasta los lugares de las competencias y viceversa.
Tanto sus hoteles como las sedes de competencia están cercados con muros temporales. Fueron colocados guardias para evitar que la gente salga o entre.
Afuera, la vida continúa normalmente para la mayoría en la capital china. Se invita a grupos selectos (niños en edad escolar, patrocinadores corporativos, grupos de deportes de invierno, diplomáticos extranjeros y periodistas, entre otros) a ocupar parcialmente las gradas, pero la mayoría sigue los Juegos en sus teléfonos o televisores.
“No sentimos que los Juegos Olímpicos de Invierno estén lejos de nuestra vida”, comentó Yi Jianhua, un jubilado de la provincia de Hunan que visitaba a su hija en Beijing. “Podemos verlos en la televisión y en el celular. Aunque no podemos estar allí en el lugar, aún le prestamos mucha atención, porque este es un gran evento”.
China ha tenido brotes dispersos en el último mes, pero ninguno relacionado con los Juegos Olímpicos. El viernes, las autoridades de salud reportaron 22 casos nuevos en un brote en la provincia de Liaoning, al este de Beijing.
Ninguna de las 490 infecciones confirmadas dentro del circuito se ha propagado a otros en la burbuja, aseguró a principios de semana Huang Chun, un funcionario de control de pandemias. Tampoco ha habido informes de algo médicamente grave.
La posibilidad de una gran filtración sanitaria dentro de la burbuja, que podría apartar a los atletas de las competencias, ha sido un temor mayor que cualquier filtración al resto de China.
“Siento que todas las medidas de protección están bien establecidas”, opinó Fang Yanmin, una turista que tomaba fotos con su amiga frente a una estatua de Bing Dwen Dwen, la mascota panda de los Juegos. “No hay necesidad de entrar en pánico”, añadió.
Guo Haifeng, que esperaba a sus amigos en una estación del metro cercana, elogió el confinamiento de los Juegos, alegando que evita que los atletas y el público interrumpan mutuamente sus vidas. Aunque le ofrecieran entradas, dijo que no iría.
La prueba final vendrá después de los Juegos, cuando miles de empleados y voluntarios olímpicos de China salgan de la burbuja. Se espera que estén en cuarentena durante una semana o más antes de irse, para tratar de prevenir los efectos de cualquier infección latente que puedan tener.
La política de tolerancia cero de China ha mantenido a raya al virus. Las autoridades de salud han informado de 4.636 muertes desde el comienzo de la pandemia, una pequeña fracción en comparación con otras naciones importantes. La mayoría datan del brote inicial a principios de 2020, que abrumó el sistema de salud en la ciudad de Wuhan.
“Para nosotros, logramos el objetivo de cero casos para que podamos viajar con facilidad”, dijo Yi, el jubilado.
Grépin cree que los beneficios para la economía y la salud del enfoque de China han superado los costos, soportados por aquellos atrapados en confinamientos e industrias como el turismo, que se ha visto dañado por restricciones de viaje intermitentes relacionadas con la pandemia. El crecimiento económico se desaceleró al 4% a fines del año pasado, pero las exportaciones se mantienen sólidas.
“Han tenido una mortalidad increíblemente baja desde todos los puntos de vista, y la mayor parte del país ha vivido una vida relativamente normal durante los últimos dos años”, afirmó.
El relativo éxito de China puede dificultar la salida de su estrategia de tolerancia cero. La mayoría de los 1.400 millones de habitantes del país no han estado expuestos al virus, por lo que no han desarrollado anticuerpos de esa manera. Y si bien la tasa de vacunación es alta, la aparición de nuevas variantes como la ómicron puede hacer que las vacunas en uso sean menos efectivas.
Al menos en el futuro cercano, eso significa que cualquier persona contagiada en un brote podría enfrentar aislamiento y pruebas repetidas, y que quienes lleguen a China estarán aislados en una habitación de hotel durante dos semanas o más. Las repercusiones de la pandemia de 2 años siguen vivas.