Las familias de Leslie Elisa Nava Flores y David Olaf Santillán González vivieron horas de angustia e incertidumbre luego de la explosión del volcán submarino Hunga-Tonga-Hunga-Ha'apai.
"El volcán acaba de hacer erupción y están lloviendo piedritas, estamos replegados a un hotel frente al aeropuerto esperando instrucciones de las autoridades, todo es muy incierto hasta ahora, pero estamos bien", fue el último mensaje que David envió a su familia la noche del viernes pasado.
Leslie se había comunicado antes con su hermana mayor Amelia Nava Flores, a quien le dijo que ya habían ido por víveres a un supermercado, ante la alerta de tsunami emitida por las autoridades locales.
Después de casi un día sin comunicación, Leslie habló con su madre anoche gracias a que la Embajada británica le prestó un teléfono satelital.
"Habló con mi mamá brevemente, le dijo que estaban bien, pero que por favor insistieran con la Embajada de Nueva Zelanda para que pudieran salir de la isla (Tongatapu) lo antes posible, y dijo que la escuchó alarmada", contó Amelia en entrevista telefónica.
La llamada satelital fue muy breve, su madre no pudo saber nada más.
"Pedimos a la Secretaría de Relaciones Exteriores que nos apoyen para que mi hermana y su amigo puedan salir de la isla lo antes posible, porque lo han intentado desde hace un año y no lo consiguieron, y ahora con el tsunami será más complicado, pero ellos están pidiendo ayuda porque la situación es crítica", agregó.
Sin conexiones telefónicas ni energía eléctrica en la zona y mucho menos internet, la información desde Tonga es escasa.
La Primera Ministra de Nueva Zelanda, Jacinda Ardern, dijo este domingo que Tonga ha sufrido importantes daños, pero que hasta el momento no hay reportes de víctimas mortales, según la BBC.
Aunque Ardern aclaró que no ha podido contactar con su homólogo en Tonga.
Leslie Elisa Nava Flores, bióloga egresada de la FES Iztacala de la UNAM, y su colega David Olaf Santillán González, se fueron a Tonga hace dos años, para trabajar en el cuidado y mantenimiento de peces y arrecifes.
Su contrato terminó hace un año, pero las restricciones por la pandemia les impidieron dejar la isla, que se mantiene cerrada para salidas o entradas internacionales.
"Nosotros hablamos con Alejandro Ramos Cardoso, de la Embajada de México en Nueva Zelanda, él trató de ponerse en contacto con mi hermana y su amigo, a través del teléfono satelital del que marcaron, sin embargo, ya no pudo", contó Amelia.