Personal de limpieza de UCIs, héroes anónimos de la pandemia

El personal de limpieza que trabaja en las UCIs sigue un estricto protocolo para garantizar que todo funciona bien y es vital en la prevención de la propagación del COVID-19 en los hospitales

ATENAS.

Protegidos de los pies a la cabeza, médicos y enfermeras rodean al paciente con el coronavirus, tratando de salvarle la vida.

Detrás de ellos, inadvertido, un empleado de limpieza se aboca a sus tareas: Desinfecta todas las superficies, se lleva los desechos en bolsas para contaminantes biológicos y limpia el piso, pasando junto a las camas y el equipo usado para salvar vidas.

El personal de limpieza que trabaja en las UCIs sigue un estricto protocolo para garantizar que todo funciona bien y es vital en la prevención de la propagación del COVID-19 en los hospitales. Pero mientras que la gente alaba la labor del personal médico en la vanguardia de la lucha contra el virus, nadie habla de ellos.

“Se sienten como el engranaje más pequeño de la rueda, que nadie los toma en cuenta”, declaró una empleada al iniciar el engorroso proceso de colocarse todo el equipo protector para ingresar a una UCI del Hospital Sotiria para Enfermedades Torácicas de Atenas, que es el principal centro de atención de pacientes del COVID-19 de la capital.

Ella y sus colegas dicen que el personal médico las trata bien y elogian el espíritu de equipo que reina en el hospital. El personal de limpieza es de los primeros en recibir las vacunas contra el virus, igual que el personal médico. Pero afuera del hospital, dice, la actitud predominante es “no te vi, no sé quién eres”.

El desdén por el personal de limpieza es tal que una mujer de 50 años, con dos hijos, pidió ser identificada solo por sus iniciales, AB, porque algunos parientes no saben en qué trabaja.

“Lo perciben como algo inferior”, se lamentó. Algunos parientes cuestionan la necesidad de trabajar en una UCI con pacientes de COVID-19 y exponer a su familia a un contagio. Por ello evita decirles a qué se ocupa.

Georgia Tsiolou, quien al igual que AB empezó a trabajar en Sotiria en enero del 2020, poco antes de que el virus llegase a Grecia, dijo que las autoridades con frecuencia hablan de contratar más personal médico y de ofrecer bonificaciones y contratos a largo plazo a médicos y enfermeras. “Pero para nosotras, nada”, acotó.

Dado que todos tienen contratos de un año, el personal de limpieza no sabe si tendrá trabajo después de diciembre.

“La gente solo habla de los médicos y las enfermeras. Desde ya, es bueno que lo hagan porque son los que libran las peores batallas” contra la pandemia, manifestó su colega Anna Athanassiou, de 55 años. “Pero nosotras estamos a su lado. No sabremos cómo curar a una persona, pero ayudamos mucho con nuestro trabajo. Somos una cadena. Nuestro trabajo es muy necesario”.

Los expertos están de acuerdo y dicen que el personal de limpieza es vital.

“No podemos separarlo del trabajo de los médicos y de las enfermeras. Es tan importante como el de ellos”, sostuvo Antonia Koutsoukou, profesora de neumología. Mencionó su aporte en el control de las infecciones, un tema clave en los hospitales, sobre todo en las UCIs. Koutsoukou es directora de la clínica de enfermedades respiratorias de la Universidad de Atenas en el Sotiria.

Al comienzo de la pandemia, los expertos en enfermedades infecciosas del hospital capacitaron al personal de limpieza en el uso de equipo protector. Ahora el personal con más experiencia instruye a los más nuevos.

A Theodoros Grivakos le costó acostumbrarse al equipo protector, que incluye un tapabocas, anteojos y visera, un traje con capucha, dos pares de guantes ajustados a las muñecas con cinta adhesiva y coberturas de plástico para los pies.

“Me asusté un poco”, expresó el joven de 28 años, que cubría su primer turno en la UCI. “Cuando me vestía me sentí mareado. Me abrumó un poco la presión, no me sentía bien”.

Grivakos se recibió de ingeniero electrónico, pero no pudo encontrar trabajo en su campo. Inicialmente lo asignaron a sectores del hospital abiertos, como los jardines, pero súbitamente lo mandaron la UCI, algo que lo tomó por sorpresa.

En la UCI, dijo, reina “un ambiente de gran tensión y presión emocional” que no se compara con ningún otro trabajo, manifestó Koutsoukou.

El personal de limpieza está en contacto diario con pacientes que pueden morir en cualquier momento. “Necesitan ellos también una gran fortaleza emocional y aplomo”, agregó la doctora. “Entender la importancia de su papel en la atención de los pacientes graves”.

Algunos empleados dicen que no estaban preparados para la carga emocional del trabajo, sobre todo cuando el aislamiento de los pacientes con COVID-19, que no pueden recibir visitas, hace que se forjen lazos muy estrechos con el personal del hospital, incluido el de limpieza.

“Es algo muy conmovedor cuando estás allí. No es fácil”, dijo Tsiolou.

Las cosas fueron especialmente duras al inicio de la pandemia. Los médicos sabían poco del mal que enfrentaban y el personal de limpieza estaba aterrorizado, temeroso de contagiarse y de pasar el virus a sus familiares. Muchos evitaron acercarse a sus seres queridos o redujeron el contacto al mínimo.

Algunos no resistieron la presión.

“Mucha gente no venía a trabajar por el miedo”, indicó Tsiolou. De hecho, dejaban el trabajo, generando escasez de personal de limpieza.

Los que se quedaron, enfrentando los riesgos, esperan ser reconocidos.

“La gente siempre menoscaba nuestro gremio”, se lamentó Athanassiou, a quien le duele la indiferencia de la gente. La consuela la solidaridad del personal médico.

“Saben que somos lo mismo que ellos”, expresó. “Corremos los mismos riesgos, no somos diferentes”.

Grivakos compara la actitud hacia el personal de limpieza con el trato de los ilotas, como se denominaba a la población subyugada de la antigua Grecia.

“No hablan de nostros, para la gente somos ilotas”, declaró. “Somos desechables, porque un día estás allí y al día siguiente tal vez no”.