Lidia Maksymowicz, una ciudadana polaca deportada a Auschwitz desde su Bielorrusia natal cuando tenía tres años, mostró al papa el número tatuado por los nazis y Francisco se inclinó y lo besó.
Maksymowicz dijo a Vatican News que no habló con el papa. “Nos entendimos con la mirada”, dijo.
Maksymowicz ha participado en eventos organizados por Sant’Egidio para educar a la juventud acerca del Holocausto. Pasó tres años en la zona de niños del campo y fue sujeto de experimentos de Josef Mengele, conocido como el “Ángel de la Muerte”. Liberado el campo, fue acogida por una familia polaca.
En homenajes anteriores a sobrevivientes del Holocausto, en 2014 el papa visitó el monumento de Yad Vashem en Israel y en febrero visitó en su apartamento de Roma a la escritora y poeta Edith Bruck, de 88 años, nacida en Hungría.
El Vaticano informó que durante esa visita de una hora Francisco le dijo: “Vine a agradecerle su testimonio y rendir homenaje a la gente martirizada por la locura del populismo nazi”.
“Y con sinceridad repito las palabras que pronuncié de corazón en Yad Vashem y que repito frente a toda persona que, como usted, sufrió tanto debido a ello: ‘Perdona, Señor, en nombre de la humanidad’”, dijo el pontífice a Bruck, según la información del Vaticano sobre la reunión privada.