LONDRES
La advertencia llegó mientras el gobierno del primer ministro, Boris Johnson, advertía a los negocios británicos en una campaña de publicidad que se preparasen para una salida sin acuerdo en 10 semanas. Londres dio por terminadas las negociaciones sobre futuros lazos comerciales a menos que la UE hiciera grandes concesiones.
Los arzobispos en Inglaterra, Escocia, Gales e Irlanda del Norte condenaron la Ley de Mercado Interno en una misiva publicada en el Financial Times.
La ley, afirmaron, “pide al organismo legislativo más alto del país que habilite a un ministro del gobierno para violar el derecho internacional. Esto tiene enormes consecuencias morales, además de políticas y legales”.
“Creemos que esto sentaría un desastroso precedente”, dijo la carta, firmada por el arzobispo de Canterbury, Justin Welby, que lidera la Iglesia de Inglaterra, y otros cuatro arzobispos.
“Si los términos cuidadosamente negociados se incumplen y las leyes pueden romperse de forma ‘legal’, ¿sobre qué cimientos se alza nuestra democracia?”, preguntaron.
La Ley de Mercado Interno ha sido aprobada por la Cámara de los Comunes y comienza a tramitarse el lunes en la Cámara de los Lores. Es probable que encuentre una fuerte oposición en la cámara alta del Parlamento, donde el gobernante Partido Conservador no tiene mayoría.
La ley ha provocado una crisis de confianza entre Gran Bretaña y la UE, que llevan buscando un nuevo acuerdo comercial desde que Gran Bretaña salió del bloque el 31 de enero.
Si se aprueba, la medida permitirá al gobierno británico ignorar partes del acuerdo de salida del Brexit, que era legalmente vinculante, relativas al comercio con Irlanda del Norte. La única frontera terrestre de Reino Unido con la UE está entre Irlanda del Norte y la República de Irlanda.
El gobierno del primer ministro, Boris Johnson, dice que necesita esa ley como garantía por si acaso, una vez concluya el periodo de transición del Brexit el 31 de diciembre, la UE se comporta de forma poco razonable y trata de impedir el flujo de mercancías entre Irlanda del Norte y el resto de Reino Unido.
El bloque lo ve como una flagrante infracción de un tratado internacional, que podría socavar los delicados cimientos del acuerdo de paz de Irlanda del Norte plasmados en 1998 en el Acuerdo del Viernes Santo.
La propuesta de ley tensó las negociaciones para buscar un nuevo acuerdo comercial entre Gran Bretaña y la UE antes de que termine el periodo de transición del Brexit. Esas conversaciones parecieron romperse la semana pasada cuando ambas partes reclamaron que el otro bando cambiara sus políticas para alcanzar un acuerdo. La UE dijo estar dispuesta a seguir hablando, pero el gobierno británico dijo que las negociaciones habían terminado salvo que hubiera un cambio “fundamental” del bloque.
Pese a esa retórica dura, el ministro del preparativos para el Brexit, Michael Gove, dijo que la puerta a las negociaciones seguía “aún entornada”. Estaba previsto que los negociadores jefes, Michel Barnier de la UE y David Frost de Gran Bretaña, hablaran por teléfono el lunes para ver si se podían hacer avances.
Las negociaciones están estancadas en las cuestiones de pesca -un tema sensible en las naciones costeras a ambos lados del Canal de la Mancha-, las normas de competitividad y cómo garantizar estándares regulatorios comunes. La UE teme que Gran Bretaña obtenga una ventaja injusta rebajando sus estándares medioambientales, alimentarios y laborales e inyectando dinero a empresas una vez esté libre de la normativa comunitaria.
Gran Bretaña acusa al bloque de imponer condiciones que no ha requerido a otros países con los que tiene tratados de libre comercio, como Canadá.
Si no hay acuerdo, las empresas de ambas partes afrontan aranceles y otros obstáculos para hacer negocios a partir del 1 de enero. Los grupos empresariales británicos advierten de que eso podría suponer demoras en la frontera, un aumento de los precios y desabastecimiento de algunos productos.
Incluso con un acuerdo, las firmas británicas tendrán que hacer declaraciones aduaneras y otro papeleo, porque Gran Bretaña abandona el gran mercado único europeo.
El gobierno británico lanzó una campaña publicitaria el lunes diciendo a las empresas que se preparen para el fin del comercio sin trabas con el continente europeo.
Pero muchas compañías afirman que el gobierno no ha preparado la infraestructura de apoyo que necesitan, incluidos decenas de miles de agentes aduaneros.
“Es mucha burocracia y sabemos que los preparativos han dado marcha atrás por el impacto del COVID”, dijo Carolyn Fairbairn, responsable de la Confederación de Industria Británica. “De modo que esto es un enorme desafío para muchos negocios”.