‘Yucatán merece muchos más Pueblos Mágicos”, afirma Michelle Fridman, secretaría de Turismo del estado de Yucatán. De los siete expedientes o postulaciones que entregaron a la Secretaría de Turismo federal (Sectur), dos fueron aprobados: Sisal y Maní, al cumplir con todos los requisitos que debe poseer una localidad aspirante a este nombramiento.
¿QUÉ ES UN PUEBLO MÁGICO?
Un Pueblo Mágico es una localidad con atributos únicos. Debe preservar su historia, arquitectura, costumbres y tradiciones, además de verse rodeada por atractivos naturales y estar a no más de 200 kilómetros de un destino turístico importante.
Entre otros requisitos, ahora Sectur enfatiza que el turismo, en este tipo de localidades, se debe convertir en “en una actividad que contribuya a elevar los niveles de bienestar, mantener y acrecentar el empleo, fomentar y hacer rentable la inversión”.
En el presente, ya hay 132 Pueblos Mágicos. La semana pasada se incorporaron a esta lista Maní y Sisal, dos tesoros yucatecos que merecen estar en el mapa turístico.
¿Qué ganan estas poblaciones al recibir este título?
Para Fridman esta es una gran oportunidad de atraer no solo la mirada de los viajeros, también de los inversionistas y crear candados para proteger los atractivos naturales y culturales de ambos sitios.
¿QUÉ HACER EN SISAL?
Sisal, dice Michelle Fridman, es una especie de isla a unos 40 minutos de Mérida, la capital de Yucatán. De frente, está el mar; por detrás, una ría: humedales en los que crecen enormes manglares y donde hay vida en abundancia, con una selva frondosa habitada por muchas especies que encuentran ahí su refugio, como los flamencos rosados y cientos de aves más. A un lado, está la laguna azul de La Carbonera, con un banco de arena. Nos cuenta la secretaria de Turismo que este se formó por el paso del huracán Gilberto que desapareció el camino que conducía a Progreso desde Sisal.
Sisal conserva muchas historias por tratarse de un antiguo puerto en la ruta de las embarcaciones hacia Europa desde el siglo XVI hasta el XX. Incluso, aquí hay una casa que perteneció a la emperatriz Carlota, ahora abierta al público para conocerla.
Otros lugares que se deben explorar son la exaduana, el Fuerte de Santiago y el faro, icono del pueblo, construido en 1865-
Cuando ella llegó a Sisal, inmediatamente se instaló el primer telégrafo de Yucatán, en noviembre de 1865.
EN EL MAR
Este pueblo en el mar es uno de los paraísos del buceo de la península de Yucatán al poseer restos de arqueología acuática. A un kilómetro de sus playas es posible apreciar antiguos barcos hundidos; uno de ellos llevaba esclavos mayas a Cuba, se dice.
Sisal no solo está rodeado por dos áreas naturales protegidas, tiene playas de arena blanca y un mar apacible. A los barcos hundidos hay que sumar un arrecife de coral de unos kilómetros de longitud, habitado por pulpos, rayas, medusas, tortugas y gran variedad de peces. El privilegio de apreciar esta belleza submarina, no solo pertenece a los buzos, también a aquellos que se animen a hacer esnórquel.
Además de un recorrido en lancha entre los manglares, es posible conocer los petenes, únicos de la península: islotes tupidos de vegetación selvática alimentados por el agua de un manantial o cenote. Al explorar estos manglares en lancha, también podrás sumergirte en ojos de agua cristalina.
Para llegar al cenote El Palmar, hay que tomar doble embarcación y. bordear la costa y atravesar una Ciénega. Para su preservación solo está permitida una estancia de media hora y grupos de no más de 12 personas.
En el centro de Sisal, encontrarás gran cantidad de casas, cuyas fachadas han sido intervenidas con atractivos murales.
Y como experiencia gastronómica, no solo hay restaurantitos tradicionales, pues, poco a poco, comienzan a surgir restaurantes con una propuesta de cocina yucateca contemporánea.
Sisal cambia de color según la época del año: en verano, las aguas se tornan cristalinas, mientras que en otoño e invierno, en los manglares, va de las tonalidades del vino tinto, hasta el chocolate.
¿QUÉ HACER EN MANÍ?
“Maní es una joya maravillosa con la que hemos estado trabajando desde hace tiempo”, afirma Michelle Fridman. Es un pueblo pequeñito que forma parte de la Ruta Puuc y de las aldeas mayas a las que se ha estado capacitando, no solo para preservar sus tradiciones, sino para brindar servicios turísticos a los visitantes.
En el pequeñito Maní se combina la arquitectura colonial, con las casas típicas de los mayas.
¿Podrías crees que, justo en el centro del pueblo, hay un cenote que se puede visitar? No está permitido nadar en él; sin embargo, a las afueras de Maní, hay gran variedad de este tipo de formaciones donde sí es posible sumergirte.
El padre de la iglesia ofrece un campamento con casitas mayas donde los viajeros pueden pasar la noche.
Fridman recomienda visitar el meliponario. Ahí se preserva la abeja melipona, endémica de la región, que produce una miel con más propiedades que la miel de abeja que todos conocemos.
También es posible solicitar la visita a la casa de una cocinera tradicional. Además de platicarte historias, te preparará un delicioso menú.
En Maní se elaboran bordados únicos y se come uno de los mejores poc chuc (un delicioso platillo típico elaborado con carne de cerdo).