Niñez marcada por la violencia en el hogar

La violencia dentro de los hogares tiene un amplio espectro de impactos para quienes la padecen, y en particular para niños, niñas y adolescentes

La violencia dentro de los hogares tiene un amplio espectro de impactos para quienes la padecen, y en particular para niños, niñas y adolescentes, para quienes implica desde afectaciones en su capacidad cognitiva hasta lidiar con el síndrome de estrés postraumático, alerta Marilú Rasso, directora ejecutiva de Espacio Mujeres, organización civil integrante de la Red Nacional de Refugios (RNR).

 De acuerdo con el Balance de la Red por los Derechos de la Infancia en México (Redim), indica, 22 mil 684 personas de entre 1 y 17 años fueron atendidos en hospitales durante 2022 por violencia familiar, 2 mil 847 más que en el año previo.

 Pero la violencia familiar, remarca en entrevista, no es solo física, es también psicológica y de negación de los derechos a la salud, a la educación, al entretenimiento, entre otros.

 Y su impacto, agrega, no se limita al momento en que la experimentan niños, niñas y adolescentes, sino que alcanza a su vida futura como adultos.

 Involucra además la que sufren ellos mismos, señala, sino la que padece por lo general su madre.

 "El síndrome de estrés postraumático es el resultado de una serie de violencias que se sostienen a lo largo del tiempo, que están presentes en sus vínculos y en su cotidianeidad y van generando en los niños, las niñas y los adolescentes una sensación de indefensión, de estar no solamente a la deriva y con incertidumbre, sino todo el tiempo alertas para ver en qué momento puede estallar la violencia, ya sea contra ellos o contra su mamá", apunta.

 "Lo que vemos en los casos de niños y niñas que viven violencia familiar y en concreto que observan y son testigos y viven la violencia que se ejerce contra su madre, pues vienen con cuadros de mucho miedo, de mucha inseguridad, en donde además están asumiendo un papel de cuidadores de la mamá porque están viendo en qué momento la violencia del padre va a escalar".

 Y hay cada vez más, alerta, casos de violencia vicaria, que ocurre cuando la persona agresora busca agredir, lastimar a la otra persona a través de los hijos y las hijas.

Refugios

 La Red Nacional de Refugios, explica Rasso, está compuesta actualmente por 76 espacios de prevención de las violencias y protección y atención a las víctimas, lo que incluye centros de atención externa, casas de emergencia y casas de transición.

 "Cada vez más tenemos niñas y adolescentes que son referidas por el DIF o por alguna otra institución que están viviendo violencia dentro de sus hogares y sus casas y entran a un refugio para primero garantizar la seguridad, garantizar su vida y después atender los efectos inmediatos de esas violencias físicas, sexuales, psicológicas", señala.

 "Tenemos enfermeras que hacen una revisión y un diagnóstico para ver todas las áreas que se tienen que atender. Y vemos un deterioro en términos de salud y nutrición".

 Además de la valoración médica, agrega, se cuenta con una psicóloga infantil especializada y se hacen además intervenciones familiares. También se ofrece apoyo educativo.

 "Lo que hacemos es que desde el área de trabajo social se hace contacto con las escuelas, de tal manera que los niños y las niñas puedan continuar con los estudios a distancia", explica.

 "Contamos con una maestra y una pedagoga que van a dar seguimiento a las tareas y los trabajos escolares y que además van a hacer una labor de regularización".

 Se trata, subraya, de un modelo de atención integral.

 "Lo que hacemos es buscar que la violencia no se repita y no se reproduzca. Es trabajar con ellas y con ellos estas lógicas y actitudes violentas para que puedan identificarlas y ya no reproducirlas", detalla.

 "Esto es importante porque si un niño o una niña no tiene esta atención integral, su capacidad de desarrollo se ve disminuida, pero además probablemente si no hace esta reflexión en torno a las conductas va a seguir reproduciendo violencias".