En una época en la que los divorcios se disparan, cada vez hay menos interés por casarse y quienes están en una relación de pareja viven desafíos muy distintos a los de generaciones pasadas, es conveniente recordar algunas ideas básicas, señala Cristina Soria, autora de El libro que salvará tu relación de pareja (HarperCollins).
"Vivir en pareja no es obligatorio, es una opción, y si lo haces, hay que hacerlo con conocimiento y hacerlo bien: que engrandezca a cada uno de ellos", explica en entrevista.
La relación de pareja es una carrera de fondo, comenta, y a lo mejor no encontramos el punto de equilibrio en el minuto uno, pero se trata de irse acoplando a través de la comprensión de que tenemos estructuras mentales y emocionales distintas, así como orígenes familiares, sociales y culturales diversos.
"Estamos en un mundo de mucha prisa. Queremos las cosas de forma inmediata y hemos perdido el valor de mantener la acción a través del tiempo. Y de trabajar la paciencia, la generosidad, el perdón, la empatía, la escucha activa", agrega la coach y comunicóloga española de 49 años de edad y casada desde los 25 años.
En su nuevo libro, el octavo que publica, todos enfocados en temas de desarrollo personal, advierte que no hay recetas mágicas, pero es fundamental tener la conciencia de que una buena relación no es cuestión de suerte, sino de trabajo de pareja y personal.
Destaca también el reto que significa para las mujeres combinar los múltiples roles que ahora desempeñan, mientras buscan desarrollar de la mejor manera su relación de pareja.
Mencionas en el libro que entender las diferencias en el cerebro entre hombres y mujeres nos puede cambiar la vida, literalmente...
Es importante saber que fisiológicamente, el cerebro del hombre y la mujer se ha adaptado a las circunstancias de manera distinta. Ancestralmente, el hombre era el que salía de la cueva, por así decirlo, iba a cazar, defendía la tribu de los depredadores, de los enemigos, y la mujer es la que se quedaba al cuidado de esa tribu, se quedaba cuidando la cueva, recolectando, cocinando.
Lo que el cerebro hizo es especializarse en determinadas funciones. El hombre desarrolló habilidades de una forma diferente a la mujer. Y también es verdad que influye mucho la educación, el desarrollo, la cultura, pero sí es verdad que hay una base fisiológica que nos hace distintos.
Por ejemplo, el hombre, que salía a cazar, necesitaba entrenar su vista en túnel, 'tengo que enfocar mi vista para ver dónde está el enemigo, el depredador o alguien de otra tribu'.
Y la mujer que se quedaba en la cueva, necesitaba estar atenta de la cueva, de la tribu, de la recolección. Entonces, las mujeres desarrollamos una visión más panorámica, esa pequeña diferencia es lo que muchas veces en el día a día nos lleva a tener discusiones tan simples en pareja, porque a lo mejor mi marido no encuentra eso que le estoy pidiendo del refrigerador porque, con su visión túnel, sólo mira lo que está enfrente, y nosotras tenemos una visión más panorámica.
Y aparte que la mujer tiene más desarrollada el área emocional. Entre el hemisferio izquierdo y el derecho del cerebro de la mujer, su cuerpo calloso tiene muchas más conexiones.
Además, está la capacidad que tenemos las mujeres de la multitarea, mientras el hombre es capaz de centrarse sólo en una cosa a la vez.
Puede valer de excusa, decir, es que como yo solamente me dedico a una tarea, no puedo hacer nada más, pero todo eso lo podemos entrenar y cambiar.
Y con el estrés pasa lo mismo: un hombre, cuando viene estresado del trabajo, de estar todo el día peleando, solucionando problemas, y llega a casa y se le plantea un problema o su mujer quiere tener una conversación, pero en ese momento lo que necesita es desconectar del mundo, volver a esta "cueva" para recuperar la energía.
- Y la mujer que está también estresada llega y lo que necesita para recuperar su oxitocina son abrazos, comunicación y encontrar lo que le pasa emocionalmente, y si su pareja está en momento cueva, ahí el sentimiento que queda es "no me quiere", "no soy suficientemente buena", "en qué estará pensando", "con quién estará", "por qué no me está escuchando".
A mí cuando me explicaron esto, fue la gran respuesta a todas esas preguntas.
Ahora entiendo por qué muchas veces le hablo a mi pareja y él no es capaz de escucharme. No es porque no me quiera, es porque en ese momento es incapaz de hacerlo.
Cuando tú sabes todas esas pequeñas diferencias, lo puedes usar con cierto sentido del humor, decirle: ¿estás preparado o preparada para escucharme? o ¿en qué momento estás?, ¿necesitas un tiempo?, ¿cuándo podemos hablar?
Para mí lo fundamental es que la pareja no venga a llenar una carencia o necesidad. Creo que aquellas carencias que tenemos y que pueden venir desde la infancia es algo que tenemos que trabajar individualmente. Mi pareja me tiene que complementar. Tiene que aportarme algo que yo no tengo y que me nutre mucho más.
Cuando yo estoy buscando en mi pareja que me cubra mis necesidades y mis carencias, al final se está creando una relación que no es de igualdad y que nos puede llevar a una relación tóxica, porque yo le estoy demandando que me dé algo.
Luego, por otro lado, es fundamental aprender a comunicarnos. No es hablar por hablar, sino también tener la capacidad de escuchar. De saber expresar lo que yo estoy sintiendo, sin echar en cara al otro lo que necesito, por lo que yo estoy molesto, sin dejarle ver por qué estoy molesto y hablarlo absolutamente todo.
Cuando llevamos relaciones de pareja muy largas, damos por hecho que mi pareja debe ser adivina, o yo tengo que ser su adivina. Entonces, si yo necesito algo y no se lo digo, no tiene por qué hacerlo.
Lo mismo sentirnos poco queridos, poco valorados. "Es que no me da lo que yo necesito", y quizá no se lo has pedido. Y eso es relevante: aprender a pedir lo que necesitamos.
Para mí es crucial la admiración, admirar a la persona que está en el otro lado, y el sentido del humor para mí es el que alivia muchos de los obstáculos que podemos tener en el día a día.
Para mí es elemental la relación sexual. Es verdad que cuando se lleva un tiempo en pareja, se da por hecho que la pasión no es la misma, que el amor no es lo mismo, que es normal que ni nos fijemos el uno en el otro.
El amor hay que trabajarlo, la pareja hay que trabajarla, y también hay que trabajar la sexualidad, pero no sólo desde el punto de vista físico, sino el alimentar esa pasión, reinventar esa atracción, el tener momentos solos en la intimidad. Simplemente hablando, acariciándonos, volviendo a retomar abrazos que a lo mejor en el día a día se nos olvidan. Volver a besarnos, volver a preocuparnos del otro, porque si no, lo que ocurre es cuando una parte u otra de la pareja siente que no es atendida, que no es querida, que no hay comunicación, obviamente de lo primero que se van a apartar son de las relaciones sexuales.
Y luego también tenemos que dar a entender que, en toda esta evolución de la humanidad, parece que el hombre siempre es el que ha tenido que desear, la mujer sentirse deseada, y los roles van cambiando y los tiempos van cambiando. Entonces el hombre no tiene porque sentirse con esa carga de desear y la mujer solamente ser la deseada y esperar a ver qué pasa.
Tener una buena comunicación sexual es un pilar fundamental para que las relaciones se mantengan en el tiempo.
Es verdad que lo que más cuesta es darte cuenta cuando la relación ya no lleva a nada.
Cuando yo estoy conviviendo con una pareja y me hace observar las cosas malas que tiene y no las buenas. Cuando me doy cuenta de que no tengo ningún punto en común. Cuando te irritas hasta de cómo mastica y te quedas con eso y estás en bucle. Cuando ya no quieres pasar tiempo con tu pareja y prefieres estar con otras personas, todos esos son puntos importantes a tener en cuenta.
Puedes acudir con expertos que te ayuden a manejar la situación, puedes practicar una mejor comunicación, puedes volver a buscar esa conexión y esa pasión cuando hay la sensación de que tú no estás bien, que sientes que estás en tierra hostil, que no estás a gusto ni en tu propia casa, aunque duela mucho, quizá es el momento de decir honestamente: lo tenemos que dejar. Creo que es mucho más fácil romper cuando no nos ponemos trampas o excusas.