Guerrero.- Acapulco, Zihuatanejo y Taxco conforman la oferta turística conocida como el Triángulo del Sol, que en los últimos años se ha transformado en el triángulo de la extorsión.
La presión de los criminales abarca a todos: empresarios, comerciantes, pobladores... y va en aumento, como han reconocido las autoridades. Y se nota. Un día es atacado a balazos un negocio, al otro le rocían gasolina para que arda. Si la resistencia a pagar la extorsión persiste, viene la violencia extrema: el asesinato.
En Guerrero, las organizaciones criminales no se limitan a sólo cobrar la extorsión, están acaparando los productos de la canasta básica, como la carne, tortillas, pan, el pollo, el agua en garrafón, el refresco, la cerveza, la fruta y verdura.
En algunas ciudades, los grupos delictivos son los principales proveedores de mercancía, como cerveza o cigarros. Ellos imponen los precios y la distribución.
La extorsión en Guerrero nadie la detiene. Las víctimas tienen cuatro salidas: pagas, cierras, huyes o mueres.
Pagar o morir
La playa La Angosta, en Acapulco, luce vacía. No hay negocios abiertos y muy pocos bañistas. El 3 de febrero la despoblaron a balazos. Eran casi las 17:00 horas cuando hombres armados comenzaron a perseguir a un mesero y, cuando lo alcanzaron, le dispararon. Le dieron un balazo en la cabeza. El mesero quedó tirado en el piso, herido, y murió horas después.
Este ataque fue el último de tres que ocurrieron en distintas playas del puerto ese día.
- El mesero fue atacado porque se negó a pagar la extorsión que le exigían los hombres armados. Su asesinato fue una advertencia para todos los demás.
Han pasado 18 días y a esa playa no han vuelto los dueños de los pequeños restaurantes ni los que rentan las lanchas, chalecos y kayaks. Sigue casi vacía, con algunos bañistas que no tienen quién los atienda.
Y así se cuentan decenas de historias de comerciantes o trabajadores que no sobreviven a la extorsión, porque en Acapulco, nadie se salva. El 15 de enero una vendedora de aguas frescas fue asesinada a tiros por negarse a pagar la cuota.
Defenderse tiene consecuencias
En enero de 2022, Jaime, dueño de una taquería en la zona tradicional del puerto, se enfrentó a balazos con los extorsionadores.
Ya había recibido mensajes. Primero le exigieron 50 mil pesos y se negó a pagar. “Les dije que podía con 10 mil”, relata. En el último mensaje que recibió le decían: “Si no nos das los 50 mil pesos te vamos a llegar con largos [armas largas]”. Cumplieron.
Jaime cerró un tiempo su taquería y ahora trabaja con miedo, sobre todo por su familia.