Denuncia abuso sexual en CDMX

´El consejero jurídico Néstor Vargas abusó sexualmente de mí´, acusa la víctima

Ciudad de México 

La primera vez que Tania Castillo vio su nombre publicado en un medio de comunicación tuvo un ataque de pánico. Aunque no salió su apellido, la reconocieron amigos y antiguos compañeros de trabajo. Sí, era ella quien había denunciado por acoso y abuso sexual a Néstor Vargas, el poderoso consejero jurídico del Gobierno de Ciudad de México. A partir de ese momento se incrementó el miedo y la paranoia para esta comprometida funcionaria, de 37 años, que ha dedicado sus últimos 18 meses a tratar de conseguir justicia. Esta es la primera vez que Tania Castillo cuenta ante una cámara lo que sucedió el 1 y el 5 de abril de 2022 en el despacho del Zócalo del consejero jurídico de Claudia Sheinbaum y las consecuencias de alzar la voz contra un alto servidor público.

Los recuerdos de esos días están grabados como en un ordenador para Tania Castillo: cita la disposición exacta de los despachos, el cuadro que adornaba la sala de espera, los nombres y apellidos de cada persona que se encontró en el edificio de la consejería, los trayectos de ida y vuelta entre dependencias, cuáles de esos hizo en bicicleta y cuáles en moto, a qué hora exacta recibió un WhatsApp, qué decía textualmente cada mensaje. Esta abogada, nacida en Ciudad de México pero con acento de Chihuahua, es clara, organizada y enérgica. Hay una idea en la que insiste durante los dos días de entrevista con este periódico: "Yo quería justicia y quería que esto no le pasara nadie más". El País ha contactado al equipo del actual jefe de Gobierno, Martí Batres, pero no ha recibido respuesta.

El 2 de enero de 2019, Tania Montserrat Castillo Vázquez fue contratada como jefa de Compras y Control de Materiales, en la Consejería Jurídica y Servicios Legales de Ciudad de México. Venía de trabajar en Michoacán y era su primer puesto de jefatura. Durante más de tres años se dedicó a adquirir lo que las direcciones de Registro Civil, Registro Público de la Propiedad, Regularización Territorial, Servicios Legales y Justicia Cívica del Gobierno necesitaban para funcionar. Desde folios y gasolina hasta también nuevo personal. Fue esto último lo que la llevó el viernes 1 de abril al Zócalo.

"Oye, estás maciza"

A las 19.00 horas le avisaron de que necesitaban la firma del consejero Néstor Vargas para una contratación y que ella debía llevar los documentos al edificio principal, donde le esperaba su jefe, Juan Carlos Reséndiz. Terminó su clase de francés y se cambió los tenis por unos tacones que llevaba en la mochila justo antes de entrar al Zócalo. Le tocó esperar una hora a ser recibida: le dio tiempo a hacerse un selfie y mandárselo a sus compañeras de departamento, que esa noche iban a dar una pequeña fiesta, y a cotizar precios para tapizar la sala de espera, una tarea que tenía pendiente desde hacía unos meses.

Cuando entran Castillo y Reséndiz al despacho del consejero, este se niega a firmar los papeles que le estaban pidiendo. "La autorización de un prestador de servicios profesionales, según el 54, fracción décima segunda, la tiene que firmar el titular de la dependencia, ¿quién es? Pues el consejero. Así se lo dije", recuerda la funcionaria, que empezó a enlistar las veces que Vargas ya había firmado este tipo de documentos. "Él me dijo no lo iba a firmar hasta que yo le trajera todo y le demostrara que él ya lo había firmado. Entonces ya Juan Carlos y yo nos levantamos, él sale primero, yo estoy agarrando mis cosas también y el consejero me aborda y me dice así cerca: ´Si me demuestras que yo te he firmado eso te invito a comer", relata la servidora.

"Cuando se quiere despedir de mí me abraza, pero no como un abrazo fraternal, sino que me toca todo el cuerpo y me dice: ´Oye, estás maciza´. Yo me sentí incómoda porque no me esperaba que me dijera eso y sobre todo me tocara de esa manera. Es inapropiado", dice Tania Castillo, que nada más salir de esa sala contó lo que había sucedido a su jefe.

A lo largo de las entrevistas, Castillo ilustra un estricto régimen de supervisión por parte de sus jefes directos y al edificio del Zócalo convertido en una especie de castillo del poder infranqueable. "Yo nunca iba sola a Zócalo, no podía, menos a hablar con alguien de allí, no podía hacerlo porque teníamos que tener la autorización para decir qué vamos a decir y por qué vamos a decir". Sin embargo, el martes 5 de abril, la hicieron ir sola a encontrarse de nuevo con el consejero.

"¿Te han dicho que tienes unos labios muy ricos?"

A las 12.30 horas, separados por un escritorio con cristal y acompañados por varias pilas de expedientes que Tania Castillo había llevado los antecedentes para conseguir la firma para la nueva contratación. La funcionaria relata el encuentro así: "Me paré para indicarle en qué lugar del oficio decía que él debía firmar, me regresé a mi silla y en ese momento me interrumpió y me dijo: ´Te han dicho que tienes unos labios muy ricos´. Y yo: ´No, gracias´. Traté de volver a la firma, porque si no la conseguía, me iban a volver a regañar. Él empezó a verme de manera incómoda, viendo mi entreparte, y me volvió a interrumpir: ´Ay, ya te voy a firmar lo que tú quieras, ya me sé la estrategia de Juan Carlos: me manda a las más guapas para que no le diga que no´. Me molestó mucho su comentario misógino".

"Empezó a firmar los documentos y los empecé a guardar. Me paré, pero ni siquiera había agarrado mi mochila y ya lo tenía aquí, ni siquiera me dio oportunidad de extender el brazo. Me abrazó y me empezó a decir: ´Es que hueles muy rico´. Me empezó a besar el cuello y yo lo empecé a empujar y dije ´quítese, apláquense, que usted es un funcionario, es un servidor´. Yo no podía ni siquiera mover los brazos. De tanto que me estaba apretando a mí me dolían los pechos y notaba su pene contra mi pelvis. Fue un momento de qué me está pasando, esto no es real, no me está ocurriendo, en un momento empecé a forcejear y lo aventé y entró su chófer por una puerta de atrás. Fue como gracias por entrar porque yo estaba trabada del coraje, ¿cómo le respondo? Es mi jefe, es un superior, es un consejero. No creía que fuese capaz de hacerme eso".

Al ver entrar a otro empleado, Tania señala que el consejero se apartó de ella, le dijo que tenía que invitarla a comer y se marchó. Ella llegó a su dependencia, entregó las firmas y se echó a llorar. En una reacción habitual de las víctimas de abusos sexuales, lo que siguieron fueron las preguntas, las dudas: "¿En qué momento permití que esto me pasara? Tengo muchos años de haber sido deportista. Hice artes marciales. En ese momento te juro que me quedé bloqueada, me quedé paralizada. ¿Cómo reaccionas? Era coraje conmigo: ¿por qué no le metí una patada? ¿Por qué no lo tiré? Revisé toda la ropa que llevaba y dije no, no es una ropa provocativa. Nunca me he vestido provocativa. Quizás yo hice algo. Quizás yo moví la boca de una manera que él pensó que lo estaba invitando".

Tania Castillo cuenta lo ocurrido a sus jefes, a uno de ellos al día siguiente y a su superior Juan Carlos Reséndiz, el 31 de mayo. En esa conversación, que la funcionaria grabó, él reconoce que no era la primera vez que se conocían comportamientos similares del consejero. "El otro día me habló para pedirme personal, que un proyecto, y su pregunta fue: ´¿Y están guapas?", relata Reséndiz, "yo le dije: ´Todas tienen curriculum´, y él: ´No, mándame las más guapas".


Tania Castillo durante una entrevista.