Michelle reposa en un sillón reclinable, está concentrada en un libro de ficción.
Enseguida, interrumpe la lectura y suelta una broma que provoca la risa de su madre y su abuela, quienes ocupan otro espacio de la sala de su casa.
"Ya se avienta sus chascarrillos", dice la mujer mayor para celebrar que su nieta, de 18 años, ha mejorado su estado de ánimo tras sufrir un intento de feminicidio.
La joven está cubierta con una manta rosa. Sólo sobresale su cabeza y sus brazos, donde aún hay huellas de las lesiones que le provocó su ex novio.
Mathian también tiene 18 años y lo conoció mientras ambos estudiaban en la Escuela Nacional Preparatoria 3 de la UNAM.
Su relación duró un año y 8 meses, y terminaron en junio de 2024.
Poco después un desconocido contactó a Michelle por redes sociales. Le aseguró que tiempo atrás habían coincidido en un curso para ingresar a la universidad.
A ella le hizo sentido y accedió a tener una amistad. Durante tres meses convivieron de forma virtual hasta que acordaron verse el 1 de septiembre en la Colonia Ampliación San Juan de Aragón, en la Alcaldía Gustavo A. Madero.
Al llegar a la cita, la adolescente descubrió que el sitio era un hotel y que en realidad su ex pareja era quien la esperaba, no su nuevo amigo.
Mathian la vulneró sicológicamente, la torturó y la intentó asesinar dentro de una habitación.
Según la carpeta de investigación CI-FEIDF/D/UI-1 S/D/00288/01-2024, utilizó un cuchillo, un arma de electrochoque y un bastón para atacarla.
Los diagnósticos médicos precisaron que le ocasionó 37 heridas de arma blanca, una perforación en el intestino, una fractura en el rostro y contusiones.
Antes de huir, recuerda Michelle, Mathian se cambió de ropa, le quitó su celular para incomunicarla y se llevó las armas en una mochila.
"Él pensaba que me iba a morir", señala.
Ella apenas tuvo fuerzas para salir del cuarto, donde pidió ayuda a los empleados.
Para Mariana, la madre de Michelle, desde la intervención de los servicios de emergencia inició una cadena de malos tratos e indiferencia de las autoridades, que ella misma califica como tortura institucional.
Aunque acudieron policías del Sector Cuchilla y paramédicos del ERUM, acusa que valoraron de forma superficial a su hija, minimizaron la gravedad de sus lesiones y la hospitalizaron después de presionarlos unos 40 minutos.
En el Hospital General de Topilejo, Michelle pasó cuatro días complicados, pues no contaban con medicamentos y el personal la revictimizaba o cuestionaba su situación.
"Es horrible que hasta los vigilantes les tengamos que contar lo que sucedió para que te dejen pasar, para que actúen", lamenta Mariana.
Incluso, tuvo que dar su primera declaración ministerial horas después de salir de una cirugía.
La madre de la joven forma parte de la Policía Bancaria e Industrial (PBI), pero su empleo está en riesgo, pues su jefe, José Antonio González Muñoz, no le permitió justificar que ha faltado por atender a su hija.
Dos semanas después del ataque, Mathian fue detenido y vinculado a proceso.
Por ahora, están concentradas en la recuperación de Michelle, pero exigen que las autoridades sean rigurosas en el proceso judicial para que su caso no se sume a las estadísticas de impunidad.