San Cristóbal de las Casas, México.- En febrero del 2015 Juan Carlos Salinas Prieto que coordinaba el proyecto del Servicio Geológico Mexicano (SGM) envío un documento al sacerdote indígena de Simojovel, Marcelo Pérez para pedirle su intervención ante los tsotsiles, a fin de entrar a explorar sus tierras y así mapear el potencial minero en esa región norte de Chiapas.
- Meses después, Pérez, a través de una magna peregrinación, en la que unos 10 mil indígenas caminaron por varios días desde Simojovel hasta Tuxtla Gutiérrez, capital del estado, rechazaron públicamente la exploración y explotación minera, además aprovecharon para denuciar el bajo precio del kilo del ámbar y el tráfico de armas.
"Cantemos, no tenemos miedo, un pueblo organizado nunca será vencido. ¿a quién le favorece la corrupción?", dijo Pérez aquella mañana de invierno, tras denunciar que un par de hombres se habían infiltrado en la magna peregrinación con el fin de asesinarlo, pero otra vez el cura había sorteado a la muerte.
"El padrecito es chingón", exclamó un indígena cuando la peregrinación culminó en Tuxtla Gutiérrez.
En ese mismo año, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos emitió medidas cautelares para que el Estado mexicano garantizara la vida y la seguridad del sacerdote, quien era originario de San Andrés Larráinzar, el municipio de los Altos de Chiapas que en 1996 trascendió porque ahí se firmaron, entre el EZLN y el Gobierno federal, "Los Acuerdos de San Andrés", que plasmaban los derechos indígenas de México.
Marcelo Pérez también era parte del Mecanismo de Protección para Personas Defensoras de Derechos Humanos y Periodistas, pero aún así no vivía escondido, era común verlo caminar por las calles de San Cristóbal de las Casas.
Le gustaba usar una boina negra, y un telar con bordado chol que se colgaba en el cuello cada vez que peregrinaba por la paz en Chiapas, como sucedió el pasado 13 de septiembre, cuando junto a otros sacerdotes y una multitud, marchó para pedir el cese de la violencia en el estado.
"Lo habían acusado a Marcelo de estar con El Machete (grupo local de autodefensa que se disputa el municipio de Pantelhó junto al grupo local armado Los Herrera), pero él solo era mediador para que en el municipio haya paz. Él sabía que lo querían matar", dijo una persona cercana a él.
¡Zapata vive, la lucha sigue, y sigue! le gritaron un grupo de fieles católicos a la carroza en la que iba el ataúd con el sacerdote rumbo a su tierra San Andrés Larráinzar, donde ya lo esperaba un pueblo alborotado, para ser sepultado este martes.