Baja California.- Habían pasado tres días desde que sus captores comenzaron a negociar su rescate. Su familia no se negaba a pagar, pero no lograban conseguir la suma completa.
Una tarde, uno de los hombres armados despertó a Mariel, la tomó del brazo y la sacó del cuarto; la llevó al primer piso de la casa donde la retenían junto a otras mujeres. Ahí, le sacaron sangre que luego guardaron junto a otros frasquitos, que también estaban llenos.
- "Si tu familia no paga, no te preocupes, nosotros de todos modos te vamos a sacar dinero", le dijeron y luego se echaron a reír.
Ella nunca supo a qué se referían, pero al ver el resto de los tubos con sangre sintió que no le quedaba mucho tiempo de vida y que, seguro, alguno de sus órganos terminaría en una bañera con hielo. "¿Para qué otra cosa la querrían?", dice.
Mariel es una migrante mexicana que fue secuestrada en Tijuana y enviada a una casa de seguridad en la zona de Otay junto a otras mujeres. Aunque quisieron denunciar, la fiscalía se negó a aceptar su declaración; sólo una de ellas pudo lograrlo, acompañada por personal de Derechos Humanos; sin embargo, el fiscal no reconoció el secuestro y registró el caso como extorsión.
Fue en mayo de 2023 cuando Mariel intentó cruzar la frontera desde Tijuana a Estados Unidos. En aquella ocasión, brincó el muro en el área de Playas de Tijuana con otro grupo de personas.
Todos fueron asegurados, pero al ser entregados por personal estadounidense a autoridades migratorias de México resultaron abordados por uno de los mismos migrantes, quien les ofreció cruzarlos.
Se trataba de un joven de no más de 20 años que les pidió alrededor de 4 mil dólares a cambio de llevarlos y entregarlos para que iniciaran su trámite de asilo. Mariel y otros aceptaron. Comenzaron a planear las fechas una vez que les permitieron salir de las instalaciones del Instituto Nacional de Migración (INM), donde estaban asegurados.
- "Pasaron varios días hasta que quedamos y me mandaron a un hotel en el área de la 5 y 10, sobre bulevar Díaz Ordaz, ahí mandan a todos. Esa noche llegó una camioneta con dos o tres muchachos, yo nada más miré a dos. Cuando me subí, uno salió de atrás, me puso una cosa en la cabeza y me dijo ´esto es un secuestro´, ya de ahí me congelé", recuerda la mujer.