El país cuenta con la alerta conocida como J-Alert, un sistema centralizado vía satélite que avisa a la población japonesa de emergencias como misiles o terremotos. Esta alerta se activó en las prefecturas de Hokkaido y Aomori, las más septentrionales del archipiélago, pidiendo a la gente buscar refugio subterráneo. Incluso se activó, erróneamente, en algunas zonas de Tokio.
De acuerdo con el sitio Nikkei, que citó información del Secretariado del Gabinete, hasta abril de 2021 había 51 mil 994 instalaciones de concreto que funcionan como refugios temporales en el país. Sin embargo, advertía que en sitios como el Edificio de Gobierno Metropolitano de Tokio, el Ministerio de Defensa y otras, no hay instalaciones subterráneas que sirvan para que la gente se refugie en caso de emergencia. Las instalaciones del metro, advertía el medio, no funcionan como refugios por su poca profundidad.
El país realiza de cuando en cuando ensayos de evacuación en caso de un ataque con misiles. La guerra en Ucrania, junto con las amenazas norcoreanas, han acentuado esa necesidad, dado que Japón es vecino de Rusia.
En 2017, tras la prueba norcoreana, aumentaron también en Japón las compras de refugios nucleares y de purificadores de radiación. Sin embargo, ni uno ni otro son baratos.
Un purificador para seis personas costaba, en 2017, 5 mil 630 dólares (112 mil pesos mexicanos, al equivalente de hoy).
Un refugio nuclear para 13 personas costaba entonces unos 227 mil 210 dólares (4.5 millones de pesos, al equivalente de hoy).
Este tipo de refugios son sótanos reforzados y herméticos, con purificador de aire para bloquear la radiación y los gases venenosos. Están construidos con materiales que soportan una explosión, incluso una como la ocurrida en Nagasaki, en 1945, a 660 metros de donde se ubique el refugio.