Ciudad de México
Algunos lo describen como un precipicio, otros como el inicio del fin. El histórico Partido Revolucionario Institucional (PRI) de México se enfrenta al mayor desafío que ha tenido en los últimos años: sobrevivir a su enésima crisis. Centenares de militantes, líderes regionales y políticos con cargos abandonaron en los pasados días las filas de la formación tricolor, "el partido de sus vidas", como lo han descrito. Muchos lo han hecho "con mucho dolor" por dejar una institución en la que crecieron no solo ellos, sino sus padres y abuelos. Quienes se han marchado, antes de cerrar la puerta, han apuntado el dedo contra su mayor verdugo, el dirigente nacional del PRI, Alejandro Alito Moreno. Quienes se han quedado han optado por bajar la mirada y apelar a la lealtad del jefe. Solo unos pocos aún entre sus filas se animan a calificar esta como la peor y más profunda crisis que haya tenido el partido en sus casi 100 años de historia.
El último portazo lo dieron esta semana unas 320 personas, lideradas por cuatro senadores, entre los que se encontraba Miguel Ángel Osorio Chong, secretario de Gobernación en el sexenio de Enrique Peña Nieto. Un personaje que dejó el PRI después de defender la bandera por más de 30 años. Con él se fueron otras figuras que la política mexicana nunca imaginó por fuera del tricolor, como Eruviel Ávila, el exgobernador del Estado de México, la entidad que le erigió dentro de la formación; o la senadora Claudia Ruiz Massieu, que dirigió el partido al igual que lo hizo su padre, José Francisco Ruiz Massieu, en los noventa. El fin de semana pasado se fueron también unos 150 militantes del Estado de Hidalgo, uno de los bastiones históricos. La respuesta a la dimisión masiva fue el enojo. Moreno arremetió contra los salientes por "no tener vergüenza", y dijo que pondría las renuncias en un bote de basura.
Osorio Chong anuncia su renuncia al PRI y la formación de un nuevo movimiento, el 3 de julio en Ciudad de México.
No es la única que pone el ojo en las salidas que no llegan a la prensa. "Quizá no sean renuncias formales, pero muchos van a irse a otros partidos", alerta el analista político Guillermo Sesma. Cuando habla piensa en exgobernadores, exalcaldes, líderes y lideresas locales que históricamente han dado fortaleza territorial al PRI. "Esas estructuras no son de Alito, ellos se las llevan consigo", asegura. La pregunta clave para Sesma radica en la fuerza que tendrá el tricolor al interior de la alianza Va por México, en la que disputa el poder con el Partido Acción Nacional (PAN) y el Partido de la Revolución Democrática (PRD). "¿Cómo entra el PRI a negociar con todas estas renuncias en la mano? ¿Qué tiene para ofrecer?".
Cada vez son más las voces priistas que reconocen que la difícil situación tiene una explicación en la falta de una autocrítica. Labastida le llama "la crisis de los errores y los excesos", que se gestó, creció y explotó por no haber hecho durante años lo que tenían que hacer: "Meter a la cárcel a quienes se robaron dinero".