- GUADALAJARA, Jalisco
Ella analizó la orina de 21 infantes, de los 3 a los 12 años, residentes en Ciudad Guzmán y encontró que el 86 por ciento de los niños tuvo residualidad de al menos un tipo de neonicotinoide, es decir, de un insecticida usado para matar plagas en los cultivos.
"El que más se encontró fue el imidacloprilg, que es el más común y el más tóxico de los neonicontinoides, seguido del acetamiprid", detalló la investigadora.
Esto se relaciona con los resultados encontrados por la investigadora Irma Aidé García Villegas, también maestrante en Ciencias de la Salud Ambiental. Ella evaluó durante siete días a través de una bitácora la alimentación de 23 infantes en edad preescolar, oriundos de la localidad San Andrés Ixtlán, en el Municipio Gómez Farías.
Las madres de los menores de edad fueron las que precisaban qué y cómo se consumían los alimentos; además daban detalles de cuáles eran los lugares más frecuentes en los que compraban su despensa.
"Les otorgamos a los padres de familia un diario de alimentación de siete días () una vez que analizamos estos resultados procedimos a adquirir las muestras de alimentos en los sitios más frecuentes de compra", explicó García Villegas.
Por su parte, Silvia Lizeth Ramos de Robles, Coordinadora en la Maestría en Ciencias de la Salud Ambiental, mencionó que estas investigaciones dan pie para analizar la forma en la que se están produciendo los alimentos.
"Si bien hay una necesidad de garantizar todas las cosechas, hay que pensar cuál es el costo posterior () estamos preocupados principalmente por la salud de los niños que son los que más exposición van a tener a estos químicos. Seguramente habrá personas interesadas en transitar hacia una producción de alimentos con la menor cantidad de plaguicidas o sin plaguicidas", dijo.