Génesis, Justyn y Elvis, tres migrantes venezolanos, cruzaron este miércoles por la tarde el río Suchiate en la frontera entre Guatemala y México, montados en una balsa por 50 quetzales, un poco más de seis dólares. Al tocar tierra del lado mexicano, a plena luz del día, se bajaron de la balsa y corrieron con sus mochilas en sus espaldas hacia una rampa de cemento y se esfumaron por unos estrechos callejones que conducen hacia el centro de la ciudad. Antes de perderse de vista, Justyn, de 22 años, alcanzó a posar y tomarse una fotografía frente a un letrero que dice “Bienvenidos a México. Paso El Palenque”. A unos metros de donde se tomó la foto, seis agentes de la Guardia Nacional descansaban moribundos de calor y se aireaban con un ventilador metálico.
“Está bien movido. Son miles los que están entrando a diario. Aquí cualquiera puede pasar”, dice una vendedora ambulante que trabaja desde hace 20 años en la orilla del lado mexicano del río Suchiate. En las últimas semanas, previo al inminente fin del Título 42 ?la política migratoria que niega la entrada a inmigrantes sin papeles a EU por motivos sanitarios? el flujo en la frontera ha aumentado exponencialmente ante los ojos de la población local.
REFUERZAN FRONTERAMientras E.U. refuerza su frontera sur con el despliegue de 24.000 agentes fronterizos para contener la estampida de migrantes hacia el norte, la frontera sur de México sigue siendo porosa. El río Suchiate que conecta la comunidad guatemalteca de Tecún Umán, con Ciudad Hidalgo, del lado mexicano, es uno de los pasos más usados por los migrantes en esta región. Esta frontera permanece vigilada por un grupo de agentes de la GN. En la práctica, no hay nada que impida que mercancías y personas se muevan de un lado a otro libremente.