Activistas presentes el domingo en la manifestación por las desapariciones que terminó en un enfrentamiento con policías en Palacio de Gobierno acusaron un desmedido uso de la fuerza por parte de los uniformados.
“Hicimos una protesta pacífica: un ‘paste up’ afuera del Palacio, donde pegamos carteles e imágenes. Hicimos un pequeño recorrido hacia la Fiscalía, donde se realizó otro ‘paste up’”, relató Vanessa Jiménez.
Al retornar a Palacio, continuó, la idea era que Alicia Leal, titular de la Secretaría de las Mujeres, recibiera un pliego petitorio, lo que no pasó: fueron recibidas con el silencio de los uniformados, quienes fortalecieron su cerco involucrando fuerzas antimotines.
“Empieza a hacerse la trifulca porque las chicas estaban empujando para poder entrar”, explicó.
“Uno de los policías tomó su escudo, lo puso de manera horizontal y me dio un golpe directamente en el cuello. Le pedí que me diera su nombre, (le dije) que era un acto que yo iba a denunciar porque eso es brutalidad policiaca y aparte yo no estaba haciendo absolutamente nada”.
Pero lo que obtuvo fue gas pimienta y más reprimendas.
“La quema de la puerta fue después de estas agresiones que tuvieron hacia nosotras”, señaló. “Yo creo que lo que no son formas son las maneras de actuar de la Policía.
“Al final lo más importante es que la protesta nace de esta indignación de no sentirnos seguras, de no saber si nuestra hija, amiga o hermana va a llegar sana y salva a su casa, de saber que no contamos con la ayuda ni de la Policía ni de la Fiscalía ni del Gobernador”.
Las activistas Jennifer Aguayo y Nadia Garza fueron retenidas al interior del Palacio de Gobierno. Aguayo contó que todo comenzó cuando observaron que los policías metieron a otras dos mujeres al inmueble.
“Les empiezo a decir que por favor liberen a las muchachas y veo que mi esposa (Nadia) está con las manos levantadas”, contó Jennifer.
“Empiezan a golpearla con un escudo, suelto mi teléfono y empiezo a empujar el escudo para que dejaran de golpear a mi esposa. Me agarran, me empiezan a jalar hacia adentro, mi esposa me abraza y me saca hacia afuera. En esos momentos aprovechan para meterla a ella”.
Lo que siguió fueron golpes e insultos contra las dos. También atestiguaron la violencia contra las dos jóvenes detenidas.
“Tengo una herida del tamaño de mi mano en mi glúteo de donde me arrastraron fácil 10 metros”, agregó Nadia. “Me patearon, me pisotearon, me dijeron un montón de cosas.
“En comparación de como están actualmente otras mujeres y niñas de este Estado, pues digamos que sí (estamos bien): dormimos en nuestra casa, en nuestra cama, golpeadas”.