El malestar y la angustia entre la gente brotaron en Acapulco, la ciudad turística del sur de México devastada por un huracán de categoría 5 que ha dejado al menos 27 muertos y cuatro desaparecidos, a medida que se restablecían vías de acceso y comunicaciones.
A 24 HORASTras más de 24 horas de aislamiento, por los desprendimientos de tierra que bloquearon carreteras y las inundaciones en lo que ahora es un paisaje de escombros, en el relato de los supervivientes resonaba desesperación por la lentitud en la llegada de la ayuda.
Con una población de más de un millón de habitantes, hay familias que aún no tienen ninguna noticia de sus parientes más de un día después de que el huracán Otis destruyera barrios de zonas populares pero también hoteles y grandes avenidas que antes presumían de unas hermosas vistas hacia la playa.
Flora Contreras Santos, una ama de casa de una zona empobrecida de las afueras de Acapulco, iba de soldado en soldado contando su historia de desdicha mientras trataba de que alguien le hiciera caso sobre tragedia ocurrida en su calle en pleno huracán del martes.
Una ladera se derrumbó sobre su casa de techo de lámina, y la fuerza del lodo y el agua arrancó a una niña de tres años de los brazos de su madre. No la han vuelto a ver desde entonces.
"El cerro se les vino encima. El lodo se la quitó de los brazos a la mamá", relató Contreras Santos. "Necesitamos ayuda. La mamá está mal, toda raspada, y no encontramos a la niña".
Nadie parecía interesado en ese trágico caso.
- Lo prioritario parece ser el turismo y los grandes hoteles, muchos de los cuales tenían el aspecto de gigantes desdentados sin ventanas. En sus primeras declaraciones tras la tragedia, la gobernadora de Guerrero, Evelyn Salgado, anunció que se habilitarían diariamente entre 30 a 40 autobuses para evacuar a los miles de turistas que quedaron atrapados.
El 80% de la infraestructura hotelera había quedado dañada así como el 95% de los comercios de Acapulco, según datos del gobierno estatal.
Muchos turistas se quejaban de haber sido expulsados de los hoteles sin comida ni agua. Otros, como la estadounidense Alina Callejas, de California, pedía ayuda médica para su madre, que parecía haber sufrido un derrame cerebral, pero lo mejor que pudieron ofrecer los funcionarios locales fue llevarla en una camioneta a una base militar local para que comiera gratis.
- La tarea de reconstrucción parecía inabarcable y la frustración hacia las autoridades, generalizada. Aunque se movilizaron unos 10.000 soldados a la zona, no contaban con las herramientas para limpiar las toneladas de lodo y los árboles caídos de las calles, algunas de ellas convertidas en ríos.
Cientos de camiones de la empresa eléctrica gubernamental llegaron a Acapulco a primera hora del miércoles, pero no sabían cómo restablecer el servicio, mientras las líneas caídas estaban bajo metros de barro y agua. Del medio millón de usuarios que quedaron sin electricidad, 300.000 seguían igual el jueves por la tarde.
El sistema de agua de la ciudad había colapsado y la gasolina escaseaba, aunque el gobierno aseguró que había reservas para 18 días y llegaría en breve un barco con más combustible.
La apertura de la principal carretera que comunica con la capital del estado y con Ciudad de México permitió la llegada de docenas de vehículos de emergencias y suministros pero el presidente Andrés Manuel López Obrador dijo que se estaban habilitando los aeropuertos civil y militar de Acapulco para abrir un puente aéreo coordinado por los militares para que llegara más ayuda.
El principal problema para miles de familias era la falta de información de sus seres queridos todavía incomunicados en muchas barriadas. Por eso quienes estaban fuera de Acapulco, comenzaron a organizarse a través de las redes sociales. En cuestión de horas los grupos de WhatsApp, Telegram o Facebook se habían multiplicado.
"Desde la noche del huracán estoy muy preocupado por mi hijo recién nacido", explicó a AP vía telefónica Juan Pablo López, 26, desde Cancún. Estaba hablando por teléfono con su esposa, que se fue a dar a luz a Acapulco para estar con su familia, cuando la comunicación se cortó de repente cuando impactó Otis.
Juan Pablo López, un joven de 26, que vive en Cancún organizó uno de ellos llamado poco después de perder el contacto con su esposa la madrugada del miércoles. La mujer había ido a Acapulco para dar a luz junto a su familia y López no sabía nada de ella ni de su bebe de un mes desde que Otis tocó tierra. "Estoy muy preocupado por mi hijo recién nacido", explicó a AP vía telefónica.
Creó entonces el grupo "Pasando Info Acapulco Otis El Destructor" con conocidos en Guerrero y amigos migrantes que estaban en Estados Unidos para que invitaran a sus contactos y poco a poco todo fue creciendo.
"Empezamos a cruzar información, a compartir de lo que nos enterábamos, casi como un periódico por WhatsApp", explicó López. "Los que van agarrando señal, se meten, y la gente de un lugar puede ir a preguntar por alguien en esa zona".
Ahora en su grupo hay más de mil personas organizadas en medio centenar de chats según los barrios donde se comparten fotos de las personas buscadas, consejos, listas de personas en refugios y también videos de zonas inundadas por donde no se puede pasar.
SAQUEOSMientras tanto, las escenas más extrañas se apoderaban de la ciudad con gente entrando a todo tipo de tiendas para agarrar lo que fuera. En unos casos, eran productos de primera necesidad como huevos, pañales o papel higiénico. En otros, televisores, sillas y espejos.
"Van a cerrar estas tiendas, y eso perjudica a Acapulco. Le deja una mala imagen", dijo Ricardo Díaz, un trabajador independiente que estaba fuera de una tienda con dos pollos sujetos por las patas que, según él, le habían regalado.
Cerca, una mujer empujaba por las calles una silla de oficina cargada de adornos de Navidad y papel higiénico.
Edith Villanueva, con su hija pequeña en brazos, decía estar preocupaba por las secuelas que podría desencadenar a largo plazo la destrucción y los saqueos en Acapulco. Villanueva trabajaba en una tienda de teléfonos móviles y se quejaba de que habían robado todos. No tenía claro si reabriría el negocio. "Es una cosa que roben comida, pero hay gente que abusa".
El experto en marketing Antonio Esparza era uno de los pocos optimistas en medio de la sensación de caos. "Esto va a mejorar Acapulco, porque va a obligar al gobierno a poner atención aquí". Además consideró que los grandes comercios se recuperan fácil y eran los que estaban siendo afectados.
Lo paradójico es que las tiendas no reponían los productos en sus estantes por miedo a que la mercancía fuera saqueada, así que la gente que quería comprar algo no encontraba mucho a la venta.
Para atender a los miles de damnificados el gobierno activó el jueves la "situación de emergencia" para Guerrero, lo que permitirá destinar rápidamente recursos e insumos para la población.
El jueves por la noche las autoridades no habían dado más información sobre víctimas o daños.
Otis tomó a muchos por sorpresa el martes cuando pasó rápidamente de tormenta tropical a huracán categoría 5 en su avance hacia la costa.
"Una cosa es que un huracán categoría 5 toque tierra cuando esperas un ciclón fuerte, pero que ocurra cuando no esperas que sea grave, es una pesadilla", dijo Brian McNoldy, investigador de huracanes de la Universidad de Miami.