ST. CLOUD, Minnesota
Hace apenas una semana, una sensación de inevitabilidad se cernía sobre las elecciones presidenciales de Estados Unidos.
Los aliados de Donald Trump pronosticaban alegremente una victoria aplastante durante una Convención Nacional Republicana que se sintió más como la coronación de un candidato que acababa de sobrevivir a un intento de asesinato y prometía unir al país. Los demócratas, desesperados y apáticos, temían lo peor mientras un debilitado presidente Joe Biden se aferraba a la nominación de su partido.
Pero en los últimos siete días, una semana como ninguna otra en la historia de Estados Unidos, la contienda presidencial de 2024 se ha transformado. Y ahora, a sólo 99 días de las elecciones, una contienda fundamentalmente nueva está tomando forma, con nuevos candidatos, un nuevo enfoque temático y un nuevo panorama para ambos partidos.
La vicepresidenta Kamala Harris sustituyó a Biden el pasado domingo y rápidamente batió récords de recaudación de fondos, se hizo del control de las redes sociales y generó niveles de entusiasmo que, según algunos demócratas, recuerdan la energía que rodeó la histórica candidatura de Barack Obama hace casi dos décadas.
"Esto es un potencial Obama con esteroides", dijo la representante demócrata Jasmine Crockett, de Texas, que fue una de las 40.000 mujeres negras que se unieron a una llamada de Zoom para apoyar a Harris la semana pasada.
Por su parte, los republicanos están de repente temerosos y frustrados a medida que empiezan a aceptar la nueva realidad de que la victoria de Trump no es algo seguro. Y conforme su estado de ánimo se desmorona, han empezado las críticas. Algunos conservadores influyentes están cuestionando abiertamente al candidato a la vicepresidencia elegido por Trump, JD Vance, un senador de Ohio poco conocido con menos de dos años en el cargo y un historial bien documentado de declaraciones polémicas.
Hace sólo 12 días, Vance se ganó una gran ovación en su discurso ante la Convención Nacional Republicana en Milwaukee, donde había una fuerte convicción de que Trump no podría cometer ningún error tras haber estado a punto de morir.
"Estamos a años luz de donde estábamos en Milwaukee", comentó Henry Barbour, miembro del Comité Nacional Republicano, que hace sólo una semana predijo que el Partido Republicano podría ganar el voto popular nacional este otoño por primera vez desde 2004. Ahora ya no está tan seguro.
"Los demócratas tienen ahora una candidata que puede hablar, que puede atacar. Tienen un arma", afirmó Barbour. "Tienen una ruta".
La creencia popular suele estar equivocada
La increíble velocidad con la que se transformó la elección es un duro recordatorio de que, en la era Trump, poco es seguro, y la creencia popular a menudo está equivocada. Incluso ahora, la nueva confianza de los demócratas puede ser prematura. Los primeros sondeos públicos indican que Harris parte en una posición ligeramente mejor frente a Trump que la que tenía Biden poco antes de su salida de la contienda. Pero las cifras también apuntan a una contienda muy reñida en una nación profundamente dividida.
Mientras tanto, todavía hay más preguntas que respuestas sobre el sprint de 99 días que hay por delante.
Harris aún no ha elegido a su compañero de fórmula. Trump ha sembrado una nueva incertidumbre sobre la perspectiva del próximo debate, previsto para el 10 de septiembre y organizado por la cadena ABC, argumentando que era parte de un acuerdo pactado con Biden. Los candidatos de terceros partidos aún podrían llevar la contienda por rumbos inesperados. Y todavía quedan por emitirse más de 1.000 millones de dólares en propaganda política mientras ambos partidos replantean su mensaje, sus políticas y su camino hacia la obtención de los 270 votos del Colegio Electoral.
Pero el cambio ocurrido en la última semana es innegable.
Harris recaudó la cifra récord de 200 millones de dólares en los siete días transcurridos desde que se convirtió en la probable candidata presidencial demócrata, dos tercios de los cuales procedían de nuevos contribuyentes, según informó su equipo el domingo. Durante el mismo periodo, más de 170.000 voluntarios se han inscrito para ayudar a la candidata demócrata de facto con llamadas telefónicas, campañas cada por casa y otras actividades de captación del voto.
Otros candidatos demócratas se han beneficiado de este aumento sin precedentes.
John Anzalone, que trabajó como encuestador para Biden, describió la candidatura de Harris como "un desfibrilador" para los demócratas y los votantes indecisos de todo el país. "¡Estamos de vuelta en el juego!".
La senadora demócrata por Wisconsin Tammy Baldwin no asistió a las cuatro últimas visitas de Biden a su estado este año. Pero estuvo al lado de Harris en el mitin político inaugural de la vicepresidenta el pasado miércoles.
Del mismo modo, en Michigan, la gobernadora Gretchen Whitmer, copresidenta de la campaña nacional de Biden, no quiso interrumpir su gira de presentación de libros para unirse al presidente en Michigan en un momento crítico este mes. Whitmer participará en un mitin de campaña de Harris en Pensilvania el lunes, después de haber hecho campaña en su nombre en Nueva Hampshire durante el fin de semana.
Trump ha abandonado su tono magnánimo
Mientras tanto, Trump ha abandonado el tono magnánimo que trató de proyectar en los días posteriores a que la bala de un asesino casi acabara con su vida.
"Todos dicen: ´Creo que ha cambiado. Creo que ha cambiado desde hace dos semanas. Algo le afectó´", afirmó Trump ante la multitud reunida el sábado por la noche en Minnesota. "No, no he cambiado. Quizá he empeorado, porque me enfada la incompetencia de la que soy testigo cada día".
Por ahora, el expresidente republicano y sus partidarios han adoptado una estrategia todoterreno mientras averiguan qué ataques son más eficaces contra su nueva oponente demócrata.
Algunos conservadores, especialmente en el ala pro-Trump MAGA del partido, están definiendo a Harris como una "candidata DEI" –refiriéndose a "diversidad, equidad e inclusión"– para insinuar que los demócratas sólo la adoptaron como la probable candidata debido a su género y a su raza. La dirigencia republicana en el Capitolio ha desalentado este tipo de críticas, que en gran medida se consideran racistas y sexistas, pero el movimiento MAGA no ha cedido.
En Minnesota durante el fin de semana, Trump y Vance describieron a Harris como una "lunática radical de izquierda", que quiere quitar fondos a la policía, destruir el sueño americano, permitir que voten los inmigrantes que están en el país ilegalmente y prohibir el fracking. El equipo de Harris ha respondido a los ataques.
Trump también dedicó una parte considerable de su discurso a Biden, en un intento aparente de dejar atrás a su oponente, con el que ha estado obsesionado desde que perdió las elecciones de 2020.
Los votantes que abarrotaron el mitin de Minnesota se mostraron en su mayoría optimistas sobre las posibilidades de Trump en las elecciones de fin de año, incluso en dicho estado, que los republicanos han perdido en todas las elecciones presidenciales desde 1976. Sin embargo, al percibir un cambio, algunos se preguntaban si Harris como candidata presidencial podría hacer que la contienda fuera más reñida.
"Eso me pone un poco nervioso", dijo Jim Caldwell, un camionero de 59 años que vive en una ciudad a unos 40 minutos de St. Cloud. Señaló el carácter histórico de la candidatura de Harris, que "podría atraer a más gente".
"La gente va a querer a la primera mujer", señaló. "No creo que ella sea la elegida".
John Jose, un pastor de 56 años de St. Cloud, dijo que era optimista, especialmente por la convulsión en el lado demócrata. También describió las dos últimas semanas como "impresionantes".
"Creo que ahora mismo necesitamos estabilidad", indicó Jose.