Ucrania
Las noches las pasan bajo tierra protegidos de los ataques rusos que golpean hasta reducir a escombros su sitiada ciudad. Los días los destinan a buscar agua potable y a correr el riesgo de estar parados en la fila por la poca comida disponible mientras llueven municiones y bombas.
En el segundo mes de la invasión de Rusia, así transcurre la vida en Chernígov, una ciudad sitiada en el norte de Ucrania en donde la muerte está por todos lados.
Rusia sigue atacando ciudades en toda Ucrania. El sábado, tres poderosas explosiones agitaron la ciudad occidental de Leópolis, ubicada cerca de la frontera polaca y que ha sido refugio para miles de personas desplazadas.
Durante semanas, las tropas rusas han bloqueado y atacado a Chernígov. Y, aunque no ha experimentado la intensidad de los ataques que han provocado un sufrimiento humano atroz en la pulverizada ciudad sureña de Mariúpol, los residentes que quedan temen que cada explosión, bomba y cuerpo que sigue sin ser recolectado en las calles los hunda en la misma trampa macabra de matanza y destrucción.
“En los sótanos, por la noche, todo el mundo habla de una cosa: que Chernígov se convierta en la próxima Mariúpol”, dijo Ihar Kazmerchak, un profesor de lingüística de 38 años.
Kazmerchak habló con The Associated Press por un celular que no dejaba de pitar indicando que la batería estaba baja. La ciudad está sin electricidad, agua corriente y calefacción. Las listas de medicamentos no disponibles en las farmacias crecen cada día.
Kazmerchak inicia su día formado en largas filas para conseguir agua potable, racionada a 10 litros (2,5 galones) por persona. Las personas llegan con botellas y cubetas vacías para llenarlas cuando los camiones cisterna hacen sus rondas.