Así, ha explicado que el empeoramiento de la situación de seguridad está marcado por la politización de las actividades de pastoreo y trashumancia y las crecientes divisiones, incluida la estigmatización a partir de líneas religiosas y étnicas.
Por ello, ha pedido a los líderes políticos nigerianos que cumplan su compromiso de llevar a cabo campañas electorales pacíficas, antes de reclamar a líderes tradicionales que actúen para rebajar las tensiones y evitar la incitación a la violencia. Nderitu ha reclamado además a las autoridades que las operaciones de lucha contra el terrorismo se llevan a cabo en línea con el Derecho Humanitario.
Nigeria ha sido escenario de un repunte de las tensiones intercomunitarias durante los últimos años debido a las disputas en torno a territorios y recursos, especialmente ante el impacto de la sequía.
La mayoría de estos enfrentamientos han estado protagonizados por pastores fulani, mayoritariamente musulmanes, y agricultores asentados en el centro del país, principalmente cristianos.
Los fulani denuncian su marginación en Nigeria y otros países de la región, mientras que otras comunidades les acusan de ser miembros de grupos yihadistas que operan en la zona debido a que estos --incluidas las filiales de Al Qaeda y Estado Islámico-- han aprovechado el descontento de los peul para engrosar sus filas.
Esto ha derivado además en denuncias sobre abusos por parte de las fuerzas de seguridad contra esta comunidad.