La reapertura parcial de comercios y oficinas en Beijing fue bien recibida por una población cansada y comerciantes angustiados que ansiaban regresar a la normalidad. Acompañada por un levantamiento gradual de las restricciones en Shanghái, indicaba que lo peor había pasado en los brotes de las dos ciudades más importantes de China.
Las cuarentenas y otras restricciones de la estrategia “cero Covid” china han frustrado cada vez más a la población, que ve frustrada cómo otros países levantan medidas y reabren fronteras. Algunos se han resistido y organizado protestas en complejos de apartamentos y residencias universitarias, en un país autoritario donde la gente de lo piensa dos veces antes de protestar en público debido a las posibles repercusiones.
Los restaurantes seguían cerrados en Beijing salvo para servicios de reparto y comida para llevar, y muchas personas en Shanghái podían salir sólo con pases especiales y por tiempo limitado, aunque el número de casos nuevos se ha desplomado. Las autoridades tienden a preferir un exceso de precaución.