PAIPORTA, España — Una multitud de supervivientes enfurecidos les arrojó lodo de las recientes inundaciones al rey Felipe VI y a la reina Letizia de España el domingo durante su primera visita al epicentro del desastre natural más mortífero en la nación del que se tenga memoria.
La cadena española RTVE reportó que el ataque incluyó algunas piedras y otros objetos, y que dos guardaespaldas recibieron tratamiento por lesiones. Se pudo ver a uno con una herida sangrante en la frente.
Fue un incidente sin precedentes para una Casa Real que se esmera en crear una imagen de que los monarcas son queridos por el país de más de 48 millones de habitantes.
La ira española se ha desatado contra un Estado que parece abrumado e incapaz de satisfacer las necesidades de personas acostumbradas a vivir bajo un gobierno efectivo.
Funcionarios también evacuaron rápidamente al presidente del gobierno español, Pedro Sánchez, de la escena poco después de que su contingente comenzara a recorrer las calles cubiertas de barro de una de las zonas más afectadas, donde murieron más de 60 personas y miles de vidas fueron trastocadas. El desastre, alimentado por el cambio climático, dejó al menos 205 muertos en el este de España.
"¡Fuera, fuera!" y "¡Asesino!", gritó la multitud en la localidad de Paiporta, entre otros insultos. Los guardaespaldas abrieron paraguas para proteger a los monarcas y a los funcionarios mientras la gente les lanzaba lodo.
La policía tuvo que intervenir, inclusive con algunos agentes a caballo, para mantener a raya a la multitud de varias decenas de personas, algunas de las cuales blandían palas y palos.
La reina Letizia rompió a llorar compasivamente después de hablar con varias personas, incluida una mujer que lloró en sus brazos. Más tarde, uno de los guardaespaldas de la monarca tenía una herida sangrante en la frente y había un agujero en el cristal trasero del coche oficial del jefe de gobierno.
Pero incluso después de verse obligado a buscar protección, el rey Felipe VI, con manchas de barro en su rostro, permaneció tranquilo e hizo varios intentos de hablar con algunos residentes. Insistió en tratar de dialogar con la gente mientras trataba de continuar con su visita. Habló con varias personas, dio palmadas en la espalda a dos jóvenes y compartieron un rápido abrazo. Traía manchas de barro en su impermeable negro.
Pese a esos empeños, una mujer golpeó un automóvil oficial con un paraguas y otra lo pateó antes de que se marchara rápidamente.
Aunque lejos de despertar la pasión que los británicos tienen por su familia real, a los eventos públicos de Felipe y Letizia suelen acudir multitudes de simpatizantes.
Felipe, de 56 años, ascendió al trono cuando su padre, Juan Carlos, abdicó en 2014 después de que su reinado se vio empañado por escándalos financieros y personales autoinfligidos. Felipe inmediatamente presentó una nueva imagen, renunciando a su herencia personal e incrementando la transparencia financiera de la Casa Real. Él y Letizia, de 52 años y experiodista, dedican una parte significativa de su agenda pública a causas culturales y científicas.
Las visitas a sitios donde ocurren tragedias nacionales también forman parte de los deberes reales para los monarcas, que son considerados una fuerza estabilizadora en una monarquía parlamentaria restablecida tras la muerte del dictador Francisco Franco en 1975.
"A esas personas (los afectados) hay que darles esperanza, atenderles la emergencia, pero también garantizarles que el Estado en toda su plenitud está presente", les dijo posteriormente el rey a las autoridades regionales en el puesto de mando de la respuesta a la crisis.
La rabia pública por la gestión caótica de la crisis ha ido en aumento. Felipe escuchó algunos abucheos cuando participó en un homenaje a los muertos de un letal ataque terrorista en Barcelona cometido en 2017, pero eso no fue nada en comparación con la recepción que tuvo el domingo.
La reina tenía pequeñas manchas de barro en las manos y brazos mientras hablaba con mujeres.
"No tenemos agua", le dijo una mujer a la monarca.
Muchas personas siguen sin agua potable cinco días después de las inundaciones. La cobertura de internet y teléfonos móviles sigue siendo irregular. La mayoría de las personas apenas recuperaron la energía eléctrica el sábado. Las tiendas y supermercados están en ruinas, y Paiporta, donde viven 30.000 personas, todavía tiene muchas manzanas completamente obstruidas con montones de escombros, innumerables autos destrozados y barro por todas partes.
Miles vieron sus hogares destruidos por una ola tipo tsunami de lodo. Hay mucha indignación por la mala gestión del desastre.
Las inundaciones ya habían golpeado a Paiporta cuando funcionarios regionales emitieron una alerta a los teléfonos móviles. Sonó con dos horas de retraso.
La ira ha crecido por la incapacidad de las autoridades de responder rápidamente a las secuelas. La mayor parte de la limpieza del barro y los escombros que han invadido innumerables hogares la están realizando residentes y miles de voluntarios.
"¡Hemos perdido todo!", gritó alguien.
Los gritos del domingo incluían exigencias al presidente regional de Valencia, Carlo Mazón, cuyo gobierno está a cargo de la protección civil, para que renuncie, y también se escuchó: "¿Dónde está Pedro Sánchez?".
"Entiendo la indignación social y por supuesto me quedo a recibirla", dijo Mazón en la red social X. "Es mi obligación política y moral. La actitud del Rey esta mañana ha sido ejemplar".
La cadena española RTVE informó que el ataque dirigido a los monarcas incluyó algunas piedras y otros objetos duros que les lanzaron, y que dos guardaespaldas recibieron atención por lesiones. Indicó también que los monarcas y funcionarios cancelaron otra visita el domingo en un segundo pueblo gravemente afectado, Chiva, ubicado a una media hora al este de la ciudad de Valencia.
Sánchez dijo que los esfuerzos de recuperación no se verán descarrilados por el incidente.
"Quiero trasladar en primer lugar toda nuestra solidaridad y el reconocimiento por parte del gobierno de España por la angustia y sufrimiento, necesidad y incertidumbre de muchos vecinos de Paiporta y la comunidad valenciana" ante las inundaciones, dijo el presidente de gobierno, y añadió que cree que la mayoría de las personas rechazan "cualquier tipo de violencia como hemos visto por desgracia en el día de hoy".
El barro fue arrojado a los funcionarios mientras miles de soldados españoles más, oficiales de la policía nacional y gendarmes de la Guardia Civil llegaban, o están por llegar, a los sitios del desastre.