La Armada de Estados Unidos, que antes prefería buques de guerra más pequeños y rápidos para perseguir a los piratas, ha dado un giro rápido hacia Rusia y China, por lo que muchos de esos navíos de reciente construcción podrían ser retirados.
La Armada quiere dar de baja nueve barcos de la clase Freedom de combate en litoral, buques de guerra cuya construcción cuesta alrededor de 4.500 millones de dólares.
La fuerza naval alega en su propuesta de presupuesto que la iniciativa liberaría anualmente 50 millones de dólares por barco para otras prioridades, pero también reduciría el tamaño de la flota —que ya ha superado China en números absolutos—, algo que podría hacer que los miembros del Congreso se resistan.
El jefe de operaciones navales, almirante Mike Gilday, defendió la propuesta que enfatiza las armas de largo alcance y los buques de guerra modernos, mientras se despoja de otros barcos mal equipados para enfrentar las amenazas actuales.
"Necesitamos una fuerza lista, capaz y letal, más de lo que necesitamos una fuerza más grande, pero menos lista, menos letal y menos capaz", expresó el lunes en el simposio Sea-Air-Space de la Navy League en Maryland.
En total, la Armada quiere retirar 24 barcos, incluidos cinco cruceros y un par de submarinos de clase Los Ángeles, como parte de la reducción de costos necesaria para mantener la flota existente y construir buques de guerra modernos. Esos recortes superan los nueve barcos propuestos que se construirán.
La mayoría de ellos son embarcaciones más antiguas, mientras que los barcos de combate litoral son relativamente recientes. El más viejo de ellos tiene 10 años.
El programa de buques de combate litoral se anunció después de los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001. Los barcos superan los 80 km/h (50 mph), lo suficientemente rápido como para perseguir a los piratas, y son muy maniobrables, incluso en aguas poco profundas, gracias a que utilizan chorros de agua orientables en lugar de hélices.