- REIKIAVIK, Islandia
La erupción comenzó el lunes en la tarde luego de miles de temblores en el área, indicaron autoridades meteorológicas. Esta erupción surge 11 meses después de que concluyera oficialmente la última. Ocurre en un valle deshabitado cerca del Monte Litli-Hrútur, a unos 30 kilómetros (19 millas) al sudoeste de la capital, Reikiavik.
La zona, conocida como el volcán Fagradalsfjall, entró en erupción en 2021 y 2022 sin causar daños ni perturbar vuelos a pesar de estar cerca del aeropuerto de Keflavik, el principal de Islandia. El aeropuerto seguía abierto el martes.
La Agencia Meteorológica Islandesa dijo que la erupción inicialmente fue más explosiva que las dos previas. Fotos aéreas muestran corrientes de lava incandescente y nubes de gas saliendo de una grieta de unos 900 metros (media milla) de larga.
"La contaminación por gas es alta en la zona de la erupción y es peligrosa", indicó la agencia. "Hacemos un llamado a los viajeros a no entrar en la zona hasta que las autoridades hayan tenido oportunidad de evaluar las condiciones".
Para el martes en la mañana, tanto la grieta como el volumen de la erupción habían disminuido, dijeron científicos.
"Esto se ha convertido en una erupción pequeña, lo que son buenas noticias", expresó Magnús Tumi Guðmundsson, profesor de geofísica de la Universidad de Islandia, a la emisora RUV.
Añadió que la erupción "por supuesto podría durar mucho tiempo, pero afortunadamente no se trata de una continuación de lo que vimos en las primeras horas".
En 2021, una erupción en la misma zona engendró espectaculares flujos de lava durante varios meses. Cientos de miles de personas se acercaron para admirar la vista.
Islandia, sentada sobre una falla volcánica en el Atlántico norte, presencia en promedio una erupción cada cuatro o cinco años.
La más grande en tiempos recientes fue la de 2010, cuando estalló el volcán Eyjafjallajokull, escupiendo densas nubes de cenizas a la atmósfera y obligando a diversos países europeos a cerrar su espacio aéreo. Más de 100.000 vuelos fueron cancelados, dejando varados a millones de viajeros y paralizando el tráfico aéreo durante varios días por el temor de que las cenizas afecten los motores de los aviones.