BRUSELAS.— El papa Francisco reclamó que se juzguen los abusos en el seno de la Iglesia, para poner fin a una complicada visita a Bélgica en la que enfrentó críticas directas.
El papa pidió que los agresores sexuales en el seno de la Iglesia fueran juzgados y que sus obispos dejaran de encubrir sus crímenes, y elogió el valor de los sobrevivientes a un escándalo que ha devastado la credibilidad de la Iglesia.
"El mal debe ser expuesto", dijo Francisco ante unas 30.000 personas en el principal estadio deportivo del país, entre repetidos aplausos. "No hay espacio para los abusos. No hay espacio para cubrir los abusos".
- Francisco se desvió de su homilía preparada para responder a la reunión que mantuvo el viernes por la noche con 17 sobrevivientes de agresiones, en la que escuchó de primera mano sobre el trauma que sufrieron y la fría respuesta de la Iglesia cuando reportaron los crímenes.
Francisco celebraba una misa bajo un sol deslumbrante para beatificar a una mística del siglo XVII, tras acabar con las esperanzas de una de las universidades católicas más reconocidas de Europa al refrendar su postura tradicional sobre las mujeres y el aborto. El estadio lleva el nombre del rey Balduino, a quien Francisco ha elogiado por abdicar durante un día en 1990 en lugar de dar su aprobación a una ley aprobada por el Parlamento para legalizar el aborto.
La visita no programada de Francisco para rezar en la tumba del rey y sus comentarios que tacharon la legislación de "homicida" se sumaban a otros gestos en un país antes de firme tradición católica que incomodaron a sus jóvenes, muchos de los cuales se han alejado de la Iglesia.
Sin embargo, el estadio —que tenía capacidad para 37.000 personas para la misa— estaba casi lleno para la ceremonia. La multitud vitoreó cuando Francisco llegó en su papamóvil y se detuvo a besar a bebés que le acercaban.
La misa del domingo servía para beatificar a la monja española Ana de Jesús, que hizo un voto de castidad a los 10 años, entró en la vida religiosa al año siguiente y ayudó a santa Teresa de Ávila a reformar la orden religiosa de las Carmelitas. El Vaticano la describe como un modelo de alguien que vivió en una era de escándalos y llevó a la gente de nuevo a la fe.
La visita de Francisco a Bélgica iba a ser difícil desde un principio, dado el sombrío legado de abusos sexuales del clero en el país y la tendencia general a la secularización, que han vaciado sus majestuosas catedrales e iglesias.
Pero no estaba claro si el pontífice o su equipo esperaban encontrar muestras tan directas de indignación, empezando por el rey, por el escándalo de abusos o las peticiones urgentes de reforma expresadas por la élite intelectual belga.
El principal motivo del viaje era celebrar el 600mo aniversario de la Universidad Católica de Lovaina, la universidad católica más antigua del mundo y que fue durante mucho tiempo un bastión académico del Vaticano en Bélgica.
Pero el rector del campus holandés dijo a Francisco que el escándalo de abusos había dañado tanto la autoridad moral de la Iglesia que sería mejor reformarla si quiere recuperar la credibilidad y la relevancia. El rector Luc Sels sugirió que permitir papeles más destacados para las mujeres —incluido el sacerdocio— y ser más abiertos a los católicos LGBTQ+ serían buenos puntos de partida.
Francisco recibió una petición similar en el campus francófono, donde los estudiantes leyeron una crítica a la emblemática encíclica medioambiental de Francisco, "Alabado Sea", en la que pidieron un "cambio de paradigma" en la visión que tiene la Iglesia sobre las mujeres.
Señalaron que el documento prácticamente no menciona a las mujeres, no cita a ninguna mujer teóloga y contribuye a su "invisibilidad" en la Iglesia y en la sociedad. Hace tiempo que las mujeres denuncian que tienen una posición de segunda clase en la Iglesia, vetadas del sacerdocio y los puestos de pode pese a que hacen la mayor parte del trabajo de educación, cuidado de enfermos y transmisión de la fe.
Francisco, un jesuita argentino de 87 años, dijo que le gustaba lo que decían, pero repitió su frecuente argumento sobre que las mujeres son las "fértiles" cuidadoras que completan al hombre y que "la Iglesia es mujer".
Sus palabras recibieron un reproche considerable de la universidad católica que le había invitado. En cuanto terminó de hablar, la institución emitió un comunicado expresando su "incomprensión y desaprobación" a sus opiniones sobre las mujeres, que tachó de "deterministas y reduccionistas".
"Desde luego no podemos estar de acuerdo en su posición", dijo la rectora, Françoise Smets. "Luchamos contra la discriminación de las mujeres y nos gustaría que las mujeres tuvieran otro papel en la sociedad, y también en la Iglesia".
Valentine Hendrix, de 22 años y estudiante de una maestría de relaciones internacionales en Lovaina, dijo a la prensa que los alumnos habían albergado esperanzas de que Francisco respondiera de forma positiva a su petición. Aunque otros aplaudieron al final de los comentarios del papa, ella se negó y dijo que sus comentarios sobre el aborto y el papel de la mujer suponían que el pontífice "ha renunciado a un diálogo comprometido".
"Teníamos expectativas, aunque vimos que nos decepcionó en apenas unas horas", dijo.
Francisco ha hecho varias reformas durante sus 11 años en el cargo: permitió que las mujeres sirvan como acólitas, les dio voto en los sínodos periódicos y nombró a varias mujeres para puestos de responsabilidad en el Vaticano. Ha dicho que las mujeres deben tener más puestos de toma de decisiones en al Iglesia.
Pero ha descartado ordenar a mujeres como sacerdotes y por ahora se ha resistido a las peticiones de que se las permita servir como diáconos, que realizan muchas de las mismas tareas que los sacerdotes.
Ha quitado el asunto de las mujeres de la mesa de negociaciones para el próximo sínodo de tres semanas en el Vaticano al considerar que resulta demasiado espinoso para resolverlo en tan poco tiempo. Ha indicado a teólogos y expertos que lo consideren para el año que viene.
Francisco abordó el asunto durante su reunión con clérigos y monjas belgas, en la que reconoció que muchos belgas se han alejado de la Iglesia. El proceso de reforma debe incluir regresar a los textos sagrados, añadió.
"No debe haber entre las prioridades alguna reforma que vaya 'a la moda', sino más bien cuestionarse: ¿cómo podemos hacer llegar el Evangelio a una sociedad que ya no lo escucha o que se aleja de la fe? Preguntémonos todos", dijo.