- WASHINGTON, DC
La Administración de Control de Drogas de Estados Unidos retiró el viernes a uno de los mayores distribuidores de fármacos del país su licencia para vender analgésicos altamente adictivos tras determinar que no había señalado miles de pedidos sospechosos en plena crisis de los opiáceos.
La medida contra la mayorista farmacéutica Morris & Dickson Co., que amenaza con llevarla a la quiebra, se tomó dos días después de que The Associated Press publicara un reportaje de investigación que describió cómo la DEA (por sus siglas en inglés) permitió que la compañía siguiera distribuyendo medicamentos durante casi cuatro años después de que un juez recomendara aplicarle la pena más severa por su "indiferencia negligente" hacia las reglas destinadas a prevenir el abuso de opioides.
La DEA reconoció que el tiempo que tardó en emitir su decisión final fue "más largo de lo normal para la agencia", pero culpó en parte a Morris & Dickson por retrasar el proceso al buscar demoras debido a la pandemia de COVID-19 y su larga búsqueda de un acuerdo que la agencia dijo que había contemplado. La orden entrará en vigor en 90 días, lo que permitirá más tiempo para negociar un acuerdo.
La directora de la DEA, Anne Milgram, escribió en la orden de 68 páginas que Morris & Dickson no aceptó la responsabilidad total por sus acciones pasadas, que incluyeron el envío de 12.000 pedidos inusualmente grandes de opioides a farmacias y hospitales entre 2014 y 2018. Durante este tiempo, la compañía solo reportó a la DEA tres pedidos sospechosos.
Milgram citó específicamente el testimonio del entonces presidente de la compañía en 2019, Paul Dickson Sr., de que el programa de cumplimiento era "muy bueno" y que no creía que "una sola persona haya resultado dañada por (sus) fármacos".