El mundo pudo ver por primera vez el jueves una imagen —aunque borrosa— del “agujero negro” supermasivo en el centro de nuestra galaxia, la Vía Láctea, que no es un destructor cósmico voraz, sino un “gigante benévolo”, como lo han llamado los astrónomos.
Los astrónomos creen que casi todas las galaxias, incluyendo la nuestra, tienen agujeros negros gigantescos en su centro, de donde no pueden escapar la materia ni la luz, por lo cual es sumamente difícil captar imágenes de ellos. La gravedad curva y retuerce caóticamente la luz cuando ésta se sumerge en ese abismo de gas y polvo supercalentados.