BRUSELAS
Las autoridades belgas devolvieron un diente con corona de oro perteneciente al héroe asesinado de la independencia congoleña Patrice Lumumba, en un momento en que la antigua potencia colonial sigue confrontando su pasado sangriento y buscando la reconciliación.
Después del asesinato en 1961, el cadáver de Lumumba fue desmembrado y disuelto con ácido en un aparente esfuerzo por evitar que cualquier tumba se convirtiera en un lugar de peregrinaje. El diente fue confiscado por las autoridades belgas en 2016 a la hija de un comisionado de policía belga que reveló que lo había tomado tras supervisar la destrucción del cuerpo de Lumumba.
La restitución de la reliquia tuvo lugar después que el rey Felipe de Bélgica expresó previamente este mes su “más profundo arrepentimiento” por los abusos cometidos por su nación hacia su excolonia africana, Congo, que es 75 veces del tamaño de Bélgica.
Luego de una ceremonia privada en presencia de familiares de Lumumba, durante la cual el fiscal federal entregó un estuche que contenía el diente, el primer ministro belga Alexander De Croo dijo ante funcionarios congoleños y la familia de Lumumba que la restitución llegaba demasiado tarde.
“No es normal que Bélgica retenga los restos de uno de los padres fundadores de la nación congoleña por seis décadas”, apuntó De Croo, que también ofreció disculpas por el papel que jugó su país en el asesinato.
El primer ministro congoleño Jean-Michel Sama Lukonde indicó que la devolución de la reliquia será esencial para la memoria nacional de su país.
Hace dos años, la fiscalía federal señaló que no hay certeza absoluta de que el diente que se devuelva sea de Lumumba, dado que no fue posible realizar una prueba de ADN.
La hija de Lumumba, Juliana, estuvo de acuerdo con De Croo en que la entrega se retrasó demasiado.
“Padre, nuestros corazones sangraron durante 61 años”, dijo durante la ceremonia oficial, hablando junto a un ataúd con una foto de su difunto padre encima. “Nosotros, sus hijos, sus nietos y sus bisnietos, —pero también el Congo, África y el mundo— lloramos su muerte sin un encomio”.
Posteriormente, el ataúd fue llevado afuera y envuelto en una bandera congoleña.