La relación entre Estados Unidos y México —una compensación directa durante el gobierno del entonces presidente estadounidense Donald Trump donde México no reprimía la migración y Washington no presionaba sobre otros temas— se ha convertido en una amplia gama de desacuerdos sobre comercio, política exterior, energía y cambio climático.
El presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador visitará Washington para reunirse con su homólogo Joe Biden, un mes después que López Obrador rechazó la invitación de Biden a la Cumbre de las Américas en Los Ángeles.
El mandatario mexicano había exigido a Biden que invitara a la cumbre a los presidentes de Cuba, Nicaragua y Venezuela —países con regímenes antidemocráticos— y también calificó el apoyo de Estados Unidos a Ucrania como un craso error.
En ese y otros temas, queda claro que López Obrador se lleva mucho peor con Biden que con Trump, que amenazó a México, pero solo quería una cosa de su vecino del sur: Impedir que los migrantes llegaran a la frontera.
Las autoridades estadounidenses quieren que López Obrador dé marcha atrás a su dependencia de los combustibles fósiles y a su campaña a favor de la paraestatal eléctrica mexicana a expensas de las plantas construidas por compañías extranjeras y las cuales funcionan con gas y energía renovable.
Presentan quejasWashington ha presentado varias quejas bajo el tratado de libre comercio entre Estados Unidos, México y Canadá, que insta a México a hacer cumplir las leyes ambientales y las normas que garantizan los derechos sindicales.
López Obrador también ha rechazado con enojo toda crítica de Estados Unidos por los asesinatos de periodistas en México o sus propios esfuerzos para debilitar el sistema de controles y equilibrios en el gobierno de México.
También está molesto por la financiación estadounidense de organismos cívicos y no gubernamentales en México que, según él, forman parte de la oposición.
- Todo se suma a un brebaje de brujas en las relaciones bilaterales.