WASHINGTON, D.C.- Hartos de los altos precios y poco impresionados con una economía que, según casi cualquier medida es saludable, los estadounidenses exigieron un cambio cuando votaron por presidente.
Podrían conseguirloEl presidente electo, Donald Trump, prometió eliminar muchas de las políticas económicas del gobierno del presidente Joe Biden. El magnate hizo campaña con la promesa de imponer enormes aranceles a las mercancías extranjeras, reducir los impuestos a personas y empresas, y deportar a millones de inmigrantes indocumentados que trabajan en Estados Unidos.
Con sus votos, decenas de millones de estadounidenses expresaron su confianza en que Trump pueda restaurar los bajos precios y la estabilidad económica que recuerdan de su primer mandato, al menos hasta que la recesión causada por el coronavirus en 2020 paralizó la economía y luego una poderosa recuperación hizo que la inflación se disparara. Desde entonces, esta ha caído en picada y casi ha vuelto a la normalidad. Sin embargo, los estadounidenses se sienten frustrados por los precios, que aún son altos.
"Su historial demostró ser, en general, positivo, y la gente ahora mira hacia atrás y piensa: ´Oh, está bien. Intentémoslo de nuevo´", afirmó Douglas Holtz-Eakin, exasesor económico de la Casa Blanca, director de la Oficina de Presupuesto del Congreso y actual presidente del centro de investigación conservador American Action Forum.
Desde el día de las elecciones, el promedio industrial Dow Jones ha subido más de 1.700 puntos, en gran parte por las expectativas de que los recortes de impuestos y una amplia relajación de las regulaciones acelerarán el crecimiento económico y aumentarán las ganancias corporativas.
Quizás lo hagan. Sin embargo, muchos economistas advierten que los planes de Trump probablemente empeorarán la inflación que ha prometido erradicar, aumentarán la deuda federal y eventualmente desacelerarán el crecimiento.
El Instituto Peterson de Economía Internacional, un destacado centro de estudios, calcula que las políticas de Trump reducirían el producto interno bruto, que es la producción total de bienes y servicios de Estados Unidos, entre 1,5 billones y 6,4 billones de dólares hasta 2028. Peterson también calculó que las propuestas de Trump harán que los precios suban bruscamente en dos años: la inflación, que de otro modo sería de 1,9% en 2026, aumentaría entre 6% y 9,3% si se implementan completamente las políticas de Trump.
El mes pasado, 23 economistas ganadores del Premio Nobel firmaron una carta donde advirtieron que un gobierno de Trump "produciría precios más altos, déficits más grandes y mayor desigualdad".
"Entre los determinantes más importantes del éxito económico", escribieron, "están el estado de derecho y la certeza económica y política, y Trump amenaza todo esto".
El presidente electo hereda una economía que, a pesar de los precios frustrantemente altos, parece fundamentalmente sólida. El crecimiento fue de un saludable 2,8% anual de julio a septiembre. El desempleo es de 4,1%, bastante bajo según los estándares históricos.
Entre los países ricos, solo España experimentará un crecimiento más rápido este año, según el pronóstico del Fondo Monetario Internacional. Estados Unidos es la "envidia del mundo" con respecto a la economía, declaró recientemente la revista The Economist.
La Reserva Federal confía tanto en que la inflación en Estados Unidos está cerca de alcanzar su objetivo de 2% que redujo su tasa de referencia en septiembre, y volvió a hacerlo esta semana.
Sin embargo, los consumidores aún muestran las cicatrices del aumento inflacionario. En promedio, los precios todavía son 19% más altos que antes de que la inflación comenzara a acelerarse en 2021. Las facturas de los víveres y los aumentos de alquiler aún provocan dificultades, especialmente a los hogares de bajos ingresos. Aunque los salarios por hora ajustados según la inflación han aumentado por más de dos años, aún están por debajo del nivel que tenían antes de que Biden asumiera el cargo.
Los votantes llevaron su frustración a las urnas. Según AP VoteCast, una amplia encuesta de más de 120.000 votantes en todo el país, 3 de cada 10 votantes dijeron que su familia se estaba "quedando atrás" financieramente, frente a 2 de cada 10 en 2020. Cerca de 9 de cada 10 votantes estaban al menos algo preocupados por el costo de los alimentos, y 8 de cada 10 por el costo de la atención médica, la vivienda o la gasolina.
"No creo que sea ni profundo ni complicado", dijo Holtz-Eakin. "El verdadero problema es que el equipo Biden-Harris empeoró la situación de las personas, y éstas estaban muy enojadas por ello, y vimos el resultado".
La ironía es que los economistas convencionales temen que los remedios de Trump empeoren los niveles de precios.
La pieza central del programa económico de Trump es gravar las importaciones. Es un enfoque que, afirma, reducirá los déficits comerciales estadounidenses y obligará a otros países a hacer concesiones a Estados Unidos. En su primer mandato, el republicano aumentó los aranceles a los bienes chinos, y ahora ha prometido mucho más de lo mismo: quiere subir a 60% los aranceles a los productos chinos y establecer un impuesto "universal" de 10% o 20% a todas las demás importaciones.
Trump insiste en que otros países pagan aranceles. De hecho, las empresas estadounidenses los pagan, y luego generalmente trasladan a sus clientes el aumento a sus costos mediante precios más altos. Por eso, gravar las importaciones normalmente es inflacionario. Peor aún, otros países suelen responder con aranceles sobre los bienes estadounidenses, perjudicando así a los exportadores del país.
Kimberly Clausing y Mary Lovely, del Instituto Peterson, calculan que el arancel de 60% a las importaciones chinas propuesto por Trump, y su arancel máximo de 20% sobre todo lo demás, impondrían a un típico hogar estadounidense una pérdida de 2.600 dólares anuales después de impuestos.
Trump ha amenazado con deportar a millones de inmigrantes indocumentados, socavando potencialmente uno de los factores que permitieron a Estados Unidos controlar la inflación sin caer en una recesión.
La Oficina de Presupuesto del Congreso informó que la inmigración neta, que contabiliza las llegadas menos las salidas, fue de 3,3 millones en 2023. Los empleadores necesitaban a los recién llegados. Después de que la economía se recuperó de la recesión provocada por la pandemia, las empresas tuvieron dificultades para contratar suficientes trabajadores, especialmente porque muchas personas nacidas en Estados Unidos entre 1958 y 1975, conocidas popularmente como "baby boomers", habían llegado a la edad de la jubilación.
Los inmigrantes llenaron ese vacío. En los últimos cuatro años, 73% de quienes ingresaron a la fuerza laboral nacieron en el extranjero.
Los economistas Wendy Edelberg y Tara Watson, del Proyecto Hamilton del Instituto Brookings, encontraron que, al aumentar la oferta de trabajadores, la afluencia de inmigrantes permitió que Estados Unidos generara empleos sin sobrecalentarse y sin acelerar la inflación.
El Instituto Peterson calcula que la deportación de los 8,3 millones de inmigrantes que, según se cree, trabajan ilegalmente en Estados Unidos, reduciría el PIB estadounidense en 5,1 billones de dólares y aumentaría la inflación en 9,1 puntos porcentuales para 2028.