Documentales afectan a acusados y sociedad, no siempre positivamente: Programas de crímenes reales provocan cambios en la vida

Los podcasts, las series en streaming y los contenidos de las redes sociales pueden ayudar a denunciar injusticias y corregir errores

NASHVILLE, Tennessee, EE.UU.- En 1989, los estadounidenses quedaron impactados por la muerte a tiros de José y Kitty Menéndez, asesinados a tiros en su mansión de Beverly Hills a manos de sus propios hijos. Lyle y Erik Menéndez fueron condenados a cadena perpetua y perdieron todas las apelaciones posteriores. Pero hoy, más de tres décadas después, inesperadamente tienen una oportunidad de salir.

No por el funcionamiento del sistema legal. Sino por el entretenimiento.

Después de que dos documentales recientes y un drama guionizado sobre la pareja llamaran la atención sobre el caso, que se remonta a hace 35 años, el fiscal del distrito de Los Ángeles ha recomendado que sean juzgados de nuevo.

La popularidad y proliferación de programas de entretenimiento sobre crímenes reales, como el docudrama de Netflix "Monstruos: La historia de Lyle y Erik Menéndez" está provocando cambios en la vida real de sus protagonistas y en la sociedad en general. En el mejor de los casos, los podcasts de crímenes reales, las series en streaming y los contenidos de las redes sociales pueden ayudar a denunciar injusticias y corregir errores.

Pero debido a que muchos de estos productos priorizan el entretenimiento y el lucro, también pueden tener consecuencias negativas serias.

Puede ayudar a los hermanos Menéndez

El uso de historias de crímenes reales para vender un producto tiene una larga historia en Estados Unidos, desde los periódicos sensacionalistas de mediados del siglo XIX hasta películas de televisión como "The Burning Bed" de 1984. Hoy en día ese papel les toca a los podcasts, las series de Netflix que se pueden ver de un tirón e incluso los TikToks de crímenes reales. La fascinación por el género puede ser considerada mórbida por algunos, pero puede explicarse parcialmente por el deseo humano de dar sentido al mundo a través de historias.

En el caso de los hermanos Menéndez, Lyle, que entonces tenía 21 años, y Erik, que entonces tenía 18, dijeron que temían que sus padres estuvieran a punto de matarlos para prevenir la divulgación del abuso sexual prolongado del padre hacia Erik. Pero en su juicio, muchas de las acusaciones de abuso sexual no se permitieron presentar al jurado, y los fiscales sostuvieron que cometieron el asesinato simplemente para apoderarse del dinero de sus padres.

Durante años, esa es la historia que muchas personas que observaron la saga desde la distancia aceptaron y comentaron.

Los nuevos dramas ahondan en la infancia de los hermanos, ayudando al público a comprender mejor el contexto del crimen y, por tanto, a ver el mundo como un lugar menos aterrador, afirma Adam Banner, abogado penalista que escribe una columna sobre cultura pop y derecho para el ABA Journal de la American Bar Association (Colegio de Abogados de Estados Unidos).

"No solo nos hace sentir mejor intrínsecamente", dice Banner, "sino que también nos da objetivamente la capacidad de pensar: ´Bueno, ahora puedo tomar este caso y ponerlo en un cubo diferente que otra situación donde no tengo explicación y lo único que puedo decir es: este niño simplemente debe ser malvado´".