Es el mediodía de un viernes de noviembre y por el punto de inspección, uno de los cinco establecidos en la Terminal 1, los viajeros colocan sus maletas sobre la banda y meten los demás artículos personales, reloj, cartera, anillo, en la charola de plástico para que sea escaneada por la máquina.
Hasta el momento no se ha detectado nada fuera de lo rutinario, como el día anterior, cuando por uno de estos filtros unas personas intentaron pasar contenedores con 50 litros de lo que dijeron era leche materna para alimentar un bebé, pero con ellos no viajaba ningún infante.
"Intentaron pasarlo por aquí y se les dijo que no se podía y no iba el bebé, además, si hubiera ido, no iba a tomar 50 litros. No sé si lo iban a comerciar o equis, no te sé decir", indica Herón Villanueva, gerente de seguridad de la terminal aérea.