Una noche de agosto de 1968, por invitación de Francisco, Xóchitl se adentró en una vecindad de la calle Guatemala en el centro de la Ciudad de México. En una de las viviendas se celebraba una reunión secreta con otras y otros jóvenes estudiantes politécnicos. También estaban varios afroestadunidenses, armados y vestidos de negro, que se presentaron como militantes del Partido Pantera Negra (PPN).
De 18 años, la originaria de Peralvillo era estudiante de la Vocacional 7, pero ese año había comenzado a cursar algunas materias como oyente en la Escuela Superior de Ingeniería Mecánica y Eléctrica. Allí conoció a Francisco. Al llegar el verano ambos se unieron a las protestas estudiantiles, después de que el 23 de julio los granaderos reprimieron de forma brutal a jóvenes y profesores de las vocacionales 2 y 5 del Instituto Politécnico Nacional (IPN).
Para la primera semana de agosto todas las escuelas del IPN estaban en huelga. Algunos edificios de la UNAM y del Poli estaban ocupados por elementos del Ejército y las protestas públicas se habían vuelto masivas.
Los estudiantes acordaron un pliego petitorio de seis puntos para la resolución del conflicto y enseguida la juventud de la capital comenzó a organizarse en brigadas, las que recorrieron los mercados y las calles de las colonias populares, pronunciando discursos y repartiendo volantes donde explicaban sus peticiones.
De acuerdo con su testimonio, Xóchitl y Francisco se integraron de lleno a las brigadas y estrecharon su amistad durante aquellas jornadas. Pronto se hicieron inseparables. A diferencia de Xóchitl, quien era la primera vez que participaba en la política estudiantil, Francisco había militado ya en varias organizaciones de izquierda y desde 1966 formaba parte de la Liga Comunista Espartaco, cuyos integrantes, en ocasiones, actuaban en la clandestinidad.
Sin saberlo, aquella noche de agosto de 1968 Xóchitl se había sentado a la mesa con algunos de los líderes de la agrupación que poco después se convertiría en la más perseguida de Estados Unidos. Supuestamente, la motivación principal de los panteras negras para reunirse con los estudiantes mexicanos habría sido la de conocer de primera mano a las y los brigadistas, a quienes consideraban la base del movimiento social.
Antes de su llegada a México, los integrantes del PPN ya habían sido detectados por las agencias estadunidenses de vigilancia, que advirtieron a la Dirección Federal de Seguridad (DFS) los planes de aquéllos de ingresar al país y posteriormente trasladarse a Cuba.
Anthony Willard. Otro militante en México. Foto: Archivo General de la Nación
“De pronto estábamos rodeados por doce hombres de distintas nacionalidades, vestidos de civil, con el aspecto de Elliot Ness y los Intocables.”
Williams continúa explicando que, en el estilo típico de Elliot Ness, uno de los agentes lo tomó del brazo derecho mientras que otro tomaba su brazo izquierdo y uno más se paraba frente a él con la mano dentro del abrigo, quien le instruía que no se moviera y procedió a registrarlo por atrás. Lo mismo ocurrió con sus compañeros George y David y finalmente todos fueron esposados.
Cuando les preguntaron por qué estaban siendo detenidos, los agentes los amenazaron con armas 9 milímetros de 38 y 14 tiros. “En un preciso estilo mafioso, fuimos secuestrados en el aeropuerto a punta de pistola, llevados a la parte trasera de una camioneta blanca y sucia con ocho hombres armados, conducidos a una zona apartada de la Ciudad de México y robados de nuestro dinero, manuscritos, cámaras, grabadoras y libros”.
Durante la detención ilegal, los afroestadunidenses pidieron ser llevados a la embajada de Estados Unidos, pero en su lugar los trasladaron a otro sitio. “Cuando el auto se detuvo nos ordenaron que bajáramos. Cuando miré por la ventana sólo pude ver filas de tabiques blancos”.
Cuando las panteras negras salieron del carro fueron sujetados y alineados contra la pared, donde los interrogaron para saber por qué se encontraban en México. “Cuando no les decíamos nada más que éramos estudiantes, nos fotografiaron y nos dijeron que si regresábamos a México seríamos encarcelados cinco años”. Finalmente los agentes los escoltaron de vuelta al aeropuerto para colocarlos sobre la pista en un vuelo sin escalas a Nueva York.
“Nuestros pasaportes fueron colocados en nuestros bolsillos, los molestos guías dijeron adiós y nosotros volamos camino a Nueva York.”
Tanto el aeropuerto como la embajada de Cuba eran importantes blancos en la cobertura de vigilancia que realizaba la CIA ese año.
Así lo revela la Historia de la estación de la Ciudad de México, escrita por Ann Goodpasture, seudónimo de R. B. Riggs, y asistente principal del jefe de la estación de la CIA en México, Winston Scott, en la que además se señala, que como parte del Proyecto Litempo, la cobertura de vigilancia en el aeropuerto mexicano resultó estratégica, ya que éste era el único punto de enlace aéreo directo entre Cuba y América Latina.
Desde 1962 el espionaje en este aeropuerto mexicano se realizó por medio de la colocación de una “cámara oculta de pasaporte de 16 mm” y dos agentes. Después, en 1964 las operaciones se asignaron a sus reemplazos Lewis D. Humprey Jr. y Litempo-11, y posteriormente las operaciones se turnaron totalmente a personal nativo bajo las órdenes de Litempo-12, cuyo criptónimo probablemente corresponda al agente de la DFS y amigo cercano de Win Scott, Miguel Nazar Haro, cuyos seudónimos podrían ser Angus J. Laverdure y Juan Noriega, según han deducido varios investigadores, entre ellos el estadunidense Jefferson Morley en su obra Our man in Mexico (Nuestro hombre en México).
Según el manuscrito –revisado y desclasificado parcialmente en agosto de 1978 para investigar el asesinato de John Kennedy–, entre 1960 y 1967 Cuba fue considerado por la CIA como el objetivo de mayor relevancia, incluso por encima de la Unión Soviética, a causa de “la amenaza que representaba en el hemisferio occidental la exportación de actividades revolucionarias y guerrilleras al estilo de Castro”.
El Proyecto Litempo comenzó en 1960 como un medio de intercambio informal de información política relevante entre México y Estados Unidos, pero sin recurrir a los canales públicos y protocolarios.
Las actividades de contrainteligencia se realizaron en colaboración con otras agencias como la DFS de México y el FBI de Estados Unidos, esta última encargada de la seguridad interna de aquel país.
Según la Historia… de Goodpasture, el FBI recibió copias de todas las informaciones producidas por la CIA, sobre todo la relativa a ciudadanos no estadunidenses de interés para esa oficina, así como también de ciudadanos estadunidenses, excepto de aquellos que se encontraban en contacto con la embajada cubana o soviética.
Para los planes de inteligencia, los militantes del PPN habían dejado de ser sólo una amenaza interna para convertirse también en una amenaza por sus ambiciosos planes en el comunismo internacional, creando relaciones con organizaciones de izquierda en África, Asia y América Latina.