Su memoria apenas esboza el accidente que sufrió el pasado 15 de agosto, cuando el helicóptero en el que viajaba junto al gobernador de Chihuahua, César Duarte, de desplomó unos 40 metros.
Morir no estaba en los planes de Lolita Ayala
Su memoria apenas esboza el accidente que sufrió el pasado 15 de agosto, cuando el helicóptero en el que viajaba junto al gobernador de Chihuahua, César Duarte, de desplomó unos 40 metros.
Lolita Ayala dice que desde las primeras vueltas de la aeronave perdió el conocimiento y despertó cuando la trasladaban al hospital. “Tengo como flashazos de memoria porque yo perdí el conocimiento completamente, gracias a Dios, porque no tuve miedo, no me di cuenta de lo que estaba pasando”, relata en entrevista telefónica desde su casa, donde convalece desde el domingo tras dos semanas de estancia en el hospital. “Sólo tengo un flashazo del gobernador (Duarte) jalándome, arrastrándome, bajándome del helicóptero y posándome en la tierra y él regresando por su esposa”. La muerte o la posibilidad de quedarse sin movimiento en alguna parte de su cuerpo, afirma, no paso por su mente. “Nunca pensé en la muerte ni tuve miedo, fue como si me fueran a operar del apéndice. No tenía consciencia, qué bueno, gracias al golpe que me di en la cabeza. Mi sobrino, que no perdió la conciencia, se cayó del helicóptero y se rompió toda la parte derecha de su cuerpo, él sí tuvo temor porque nos veía caer, pero ninguno se murió. “Me rompí la columna. Me explotó una vértebra lumbar, se hizo polvorón, y pues muchos pedazos de hueso entraron al canal de la médula”, especifica, además de haber sufrido una enorme cortada. Pero todo esto fue menos grave porque traía puesto el cinturón de seguridad. Pasó seis horas en el quirófano, le pusieron injertos de hueso de cadáver y clavos de titanio, además de matriz ósea, que son células madre; también requirió cuatro litros de sangre y ahora tiene un corsé, “como el de Robocot”, que la mantendrá inmóvil durante mes y medio. Pero está viva, y eso es lo que celebra la comunicadora.