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Como si fuese una profecía maldita surgida desde la mítica Macondo en un mundo mágico surrealista, el salir a las calles de Reynosa en los últimos seis días se ha convertido en una práctica diferente en un desolado escenario inédito, jamás visto en los 272 años de historia de la ciudad.
Atrás han quedado las avenidas saturadas de automovilistas, la fila para los supermercados y principales centros comerciales, así como el ver a la zona centro llena de transeúntes pese a los protocolos sanitarios de la pandemia del Coronavirus.
El puente vehicular de la colonia Jarachina Norte registró una bajísima afluencia en el flujo de unidades en la hora pico.