Aún cuando nuestro país es muy conservador y existen grupos radicales que se pronuncian de formas muy absurdas e ignorantes, somos punta de lanza en América Latina en la defensa de los derechos de la comunidad LGBTTTI (Lésbico, Gay, Bisexual, Transgénero, Travesti, Transexual e Intersexual)”, aseguró la periodista Mónica Garza.
“Creo que la mejor información que nosotros podemos darle a las nuevas generaciones, sobre todo como sociedad, es que la comunidad LGBTTTIQ tiene el derecho y el deber de defender lo que es y vivir como quiera vivir”, añadió la también conductora, quien amadrinó el estreno de la puesta en escena “Amor Oscuro”.
LA OBRA
Ambientada en la época de la tortura y el combate a la herejía por parte de la iglesia católica, la obra narra la historia de amor prohibido en la época de la Inquisición. Doña Inés, hermana de Alfonso Manríquez, el gran inquisidor, está a cargo de un orfanato para mujeres adolescentes y de un coro femenino que tiene una relación pasional clandestina con María de Talavera, una de las huérfanas.
Al ser descubierto el secreto acuden con el doctor don Rodrigo de Mendoza para salvarse, desencadenando otras situaciones que llevan a los personajes al límite de sus emociones.
Todo esto es combinado en el escenario con música en vivo y la técnica de video mapping, omitiendo totalmente la utilería. La historia es contada a manera de secuencia, que sólo es interrumpida con las participaciones de los personajes y el violín de Natalia Pérez.
Dirigida por Víctor Weinstock y escrita por el dramaturgo Isaac Slomianski, los actores Ana Karina Guevara, Sonia Franco (ambas alternarán funciones para interpretar a “doña Inés”), Gastón Yanes y Fernanda Albarrán unieron sus talentos para representar esta historia actual sobre el escenario del Foro Lucerna, del Teatro Milán.
Sobre cómo surgió la obra, su autor, el dramaturgo Isaac Slomianski, explicó.
“A veces para entender algo cercano a ti debes alejarlo y en mi caso fueron 500 años atrás. Empecé a explorar diferentes vertientes para volverlo más crudo, como es la combinación de la religión y el amor. Eso me permitió iluminar dinámicas difíciles de tocar. Explorar con metáforas históricas me permitió jugar y encontrar ciertas verdades que de otra manera no hubiera sido posible diseccionar. Además, me gustó jugar con el lenguaje, ir más lejos con él y con el entendimiento. El nuestro no nos permite explorar cosas que pasaban en la época de la Inquisición”, concluyó Slomianski.