CIUDAD DE MÉXICO
Para el escritor Jorge F. Hernández, que le inventaran supuestos dichos misóginos -al día de hoy sin esclarecer- en un errático intento por desmentir que su despido se debiera a las críticas hechas a Marx Arriaga, constituye un episodio penoso de esta Administración.
"Es una vergüenza para ellos, para el Gobierno federal, para el Estado", opinó el autor este martes en entrevista telefónica con Grupo REFORMA. Cuando tal señalamiento fue difundido por el director ejecutivo de Diplomacia Cultural de la Cancillería, Enrique Márquez, el escritor se encontraba tomando café en la residencia de la Embajadora de México en España, Maria Carmen Oñate Muñoz, a quien presuntamente habría ofendido.
"Ambos nos fuimos de espaldas porque (Márquez) la usó de pretexto sin consultarla, como tampoco la consultó sobre mi cese", resaltó el ahora ex Ministro para Asuntos Culturales de la Embajada de México en España. El autor de Réquiem para un Ángel y La Emperatriz de Lavapiés informó este sábado en su cuenta de Twitter que había sido cesado de su cargo sin ofrecer motivo alguno. Pero colegas del gremio literario y usuarios de redes sociales de inmediato atribuyeron el despido a sus críticas a las recientes declaraciones de Arriaga, director general de Materiales Educativos de la SEP, en torno a la lectura por goce como "acto capitalista de consumo". Ante la vorágine de voces clamando censura contra Hernández, Márquez -quien hasta entonces había justificado la salida por "comportamientos graves y poco dignos de una conducta institucional"- lanzó un documento acusando al Agregado Cultural de México en España de haberse referido "en términos muy ofensivos y misóginos" a la Embajadora Oñate Muñoz -a quien cambió el apellido por Oñate Laborde-.
"La verdad no tiene nada que ver con eso. Estrictamente, se trata de un asunto grave por tratarse de una ofensa grave a una alta funcionaria de la Cancillería, jefa de Hernández, a quien se le debe todo el respeto. No hay nada de censura ni mucho menos", sostuvo Márquez a este diario el domingo por la tarde sin precisar qué es lo que presuntamente habría dicho el escritor durante la sobremesa de un evento privado.
"Aunque el doctor quiso negar que haya sido por censura, el pretexto que puso es ridículo. Y yo por supuesto que no voy a tolerar ningún comentario misógino en presencia mía o de las esposas de mis amigos, que son mis mejores amigas, o de mi propia esposa", enfatizó Hernández. Haber inventado tal pretexto, sin ofrecer prueba alguna e involucrando a la Embajadora Oñate Muñoz, ¿ameritaría alguna sanción por parte del Canciller Marcelo Ebrard o al menos su intervención para esclarecer el asunto? -Ojalá y lo hicieran. Lo primero que hay que hacer es pedirle disculpas a la Embajadora, pero de parte de ellos.
Yo con ella estoy como nunca, con mayor apoyo incluso que hace una semana. Ella confía plenamente no sólo en mi palabra, sino en los hechos y en las palabras que yo he escrito. Entonces, ojalá y lo resuelvan de la mejor manera posible entre ellos. Pero yo ya me dedico solamente a leer por placer. Afortunadamente, continuó el escritor, en dos horas firmará finalmente el documento que oficializa la terminación de su contrato, pues hasta ahora todo le había sido comunicado únicamente por vía telefónica. "Yo tuve que recordarles que si me hacían favor de mandarme el papel y que me digan a quién le tengo que entregar la oficina, porque no es de que me llamen por teléfono y, claro, me di por cesado, pero tengo algunas cosas mías ahí en la oficina que quiero ir a recoger, y tengo muchas cosas y responsabilidades que tengo que dejar y que vean que las dejo en orden", detalló.