NUEVA ORLEANS
“Una vez más nos encontramos sufriendo un desastre natural en medio de una pandemia”, dijo Jennifer Avegno, resonsable de salud de Nueva Orleans, que pidió a la población a “prepararse para ambos”.
Se esperaba que el huracán Ida golpeara la costa de Luisiana el domingo por la tarde con fuerza de categoría 4 que podría incluir y vientos de hasta 209 kilómetros por hora (130 millas por hora). La tormenta se cernía sobre hospitales y unidades de cuidados intensivos llenos de pacientes de la cuarta ola de la pandemia del COVID-19, en esta ocasión impulsada por la contagiosa variante delta y la baja tasa de vacunación en el estado.
Los reportes de casos pasaron de unos cientos al día durante buena parte de la primavera y principios del verano a miles cada día para finales de julio. En las tres olas anteriores, las hospitalizaciones en el estado habían tocado techo en unas 2.000 o menos. Pero esa cifra superó las 3.000 personas en agosto. El sábado había casi 2.700 pacientes de COVID-19 hospitalizados, lo que mantenía la presión sobre los hospitales.
El gobernador, John Bel Edwards, dijo que en otras circunstancias se barajaría evacuar los hospitales en zonas amenazadas, pero en este caso resultaba poco práctico porque los pacientes de coronavirus llenaban las camas en Luisiana y otros lugares.
“Eso no es posible. No tenemos ningún sitio al que llevar a esos pacientes. Ni en el estado, ni fuera del estado”, explicó Edwards.
Responsables de Ochsner Health, que gestiona la red hospitalaria más grande de Florida, dijo el sábado que habían valorado evacuar algunas de sus instalaciones más cercanas a la costa, pero que no era posible dado lo abarrotados que estaban otros hospitales de su red.
Unos 15 de sus hospitales estaban en zonas que podrían verse afectadas por Ida. Pero sí evacuaron a algunos pacientes concretos con necesidades médicas especiales desde centros médicos menores en zonas rurales a sus instalaciones más grandes.
“Desde luego el COVID ha añadido un desafío a esta tormenta”, dijo Mike Hulefeld, vicepresidente ejecutivo y director de operaciones de Ochsner Health.
Sin embargo, la compañía dijo que en otros aspectos se sentía tan preparada como era posible. Hulefeld dijo que tres días antes se había ordenado que los centros en zonas en la trayectoria de Ida hicieran acopio de suministros para 10 días. Todos los centros tienen generadores de energía que se han comprobado y un camión de combustible de repuesto. Muchos de sus hospitales tienen pozos de agua en caso de que el servicio municipal se interrumpa.
“Estamos tan listos como podemos”, dijo Hulefeld.
Jeff Elder, un médico que también es director de gestión de emergencias en LCMC Health, dijo que los seis hospitales de su grupo se pondrían en modo de emergencia desde el domingo por la mañana. El personal que se quedaría en los hospitales durante la tormenta llegaría el sábado y el domingo y dormiría allí.
Una de las primeras cosas que hacen los hospitales cuando llega una tormenta es dar de alta a cualquier paciente que pueda marcharse, explicó Elder. Sin embargo, su carga de pacientes es mayor a la normal debido a la pandemia, de modo que no puede reducirse mucho. Sin embargo, señaló que los hospitales del sistema están muy reforzados desde el huracán Katrina de 2005.
“Hemos aprendido mucho desde 2005”, dijo. Por ejemplo, se han elevado piezas clave de infraestructura para protegerlas de inundaciones. En el Centro Médico Universitario de Nueva Orleans, construido después del Katrina, el generador está elevado, los suministros de diésel están protegidos y la primera planta no tiene servicios esenciales, de modo que no se pierda nada imprescindible aunque el agua llegue hasta allí.
Todos los hospitales del sistema tienen generadores eléctricos, dijo Elder. También insistió en que se ha mejorado mucho la comunicación entre hospitales del sistema, así como con distintos niveles del gobierno.